domingo, 3 de enero de 2010

Dos Hemisferios


 Foto tomada de: Rebelados


Esteban Garaiz
 Público-Milenio

Cuidar nietos (y ser cuidado por ellos) es parte integrante de las funciones asignadas a todo abuelo que se respete, durante las fechas decembrinas, que desde su paganidad tiene un carácter predominantemente hogareño. Pero el planeta tiene dos hemisferios y el mundo sigue rodando. Ya llegó 2010.

Los israelíes siguen proclamando shalom de dientes para afuera y haciendo todo lo necesario para que la paz no llegue a la tierra que a regañadientes comparten con los pilistín desde hace más de tres mil años; y siguen empeñados en carcomer el territorio palestino con sus “asentamientos” ilegales y la criminal opresión de Gaza, que avergonzaría a los mismos nazis.

Afganistán, histórico cementerio de imperios, ha dejado de ser la arena de la confrontación entre Rusia y el mundo anglosajón, para volverse hoy algo mucho más serio y peligroso: el palo en el avispero por la estúpida hostilidad hacia el mundo musulmán emergente. Como todo rebota, el pánico ya inundó los aeropuertos.

En Australia los incendios veraniegos sofocan al país y a sus habitantes. En Cuba continúa el oprobioso bloqueo de medio siglo, condenado sistemáticamente en Naciones Unidas; y Guantánamo sigue ahí, en tierra isleña ocupada militarmente. Las bases militares extraterritoriales siguen consolidándose en Colombia; y amagando a Venezuela, aunque después pongan cara de niños bien portados.

El problema constitucional continúa empantanado en Honduras, aunque nada podrá impedir que continúe el reclamo popular por una nueva constitución que, entre otras cosas, permita la reforma agraria de los latifundios, lastre del viejo régimen colonial español, y donde la consulta popular sea parte natural de la democracia, como en cualquier país civilizado, y no crimen de estado.

En Uruguay, en cambio, la izquierda popular se consolida, puede arribar al poder por la vía electoral y un viejo tupamaro es aclamado como presidente.

En Brasil, el sentido común de un obrero metalúrgico, no doctorado en Chicago ni en Yale, está haciendo crecer el élan vital de esa vigorosa nación. Ha logrado un fecundo consenso nacional. Se recupera gradualmente Petrobrás para el estado y se funda Petrosal, totalmente estatal, para procesar los enormes yacimientos petroleros recientemente descubiertos, a favor del desarrollo interno.

En Bolivia, con el nuevo régimen del Indio, se ha duplicado en 5 años el producto nacional bruto; y la habilidad diplomática francesa ha logrado, sin imposiciones imperiales, un simbiótico arreglo para la extracción y procesamiento del litio del salar de Uyuni, con aportación de tecnología y valor económico agregado a favor del pueblo boliviano.

América del Sur sigue articulándose provechosamente con el oleoducto-gasoducto de norte a sur, desde Maracaibo en Venezuela hasta Tierra de Fuego en Argentina y Chile; y con la gran carretera transversal del Atlántico al Pacífico, conectando de manera simbiótica a Brasil, Bolivia y Chile.

En la República Sudafricana continúan los aprestos futboleros mundiales y el interés de mostrar al mundo el éxito de una difícil convivencia étnica y de clases sociales. (Cualquier semejanza con la realidad es puro paralelismo).

Hablando de apartheid, en la zona metropolitana de Guadalajara continúan creciendo los cotos. Los cotos que son la mayor aberración y perversión de la convivencia urbana, verdaderos tumores cancerosos y la manifestación material de la vergonzosa disparidad social.

Volviendo al futbol, ojalá lograra ser el único canal para la competitividad agresiva del planeta. No es destructivo ni homicida, ni impositivo. Ni desperdicia millones necesarios para paliar el hambre en el mundo.

Aquí, en el sur de América del Norte, el determinismo geográfico de Jaime Serra Puche, que confundió vecindad con destino ineludible, sigue siendo ideología oficial del régimen. Hemos delegado nuestra seguridad alimentaria y nuestra rectoría económica, “sublimándola” a una entidad fáctica fuera de nuestras fronteras nacionales.

Los resultados tienen una expresión numérica inocultable: 1.8 por ciento de crecimiento promedio anual en más de un cuarto de siglo. Lo que es mucho peor: el proceso de integración nacional impulsado por la Revolución Mexicana, no sólo se ha estancado, sino que está retrocediendo: hoy tenemos un número creciente de pobres marginados de la vida nacional y hasta del mercado.

www.estebangaraiz.org
Una sola mirada, diferentes visiones.

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