lunes, 3 de marzo de 2014

El amor como campo de batalla


Amor en singular, amor en plural. Amor a la vida, amor a la tierra, amor a la madre, amor a la amante. Amor platónico, amor prohibido, amor libre, amor propio. Queda claro que existen miles de formas de amar y miles de formas de ser amado.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando dos tipos de amor se confrontan, se excluyen y entran en una encarnizada lucha por el dominio del corazón?

Una posible respuesta a esta interrogante está incluida en Club Sándwich, una película mexicana que logra desentrañar la batalla entre el amor de madre y el amor surgido espontáneamente por enamoramiento, algo que si bien se puede conciliar, no deja de estar presente en el día a día de nuestra sociedad, sobretodo en la adolescencia pues es ahí donde el hijo comienza a descubrir nuevos mundos y también nuevos amores.

La historia de Club Sándwich comienza con Paloma (María Renée Prudencio), una joven madre de 35 años que siendo ella misma, ha sabido ser la amiga perfecta de su hijo Héctor (Lucio Giménez Cacho Goded) , un chico de quince años, rodeado de interrogantes y deseos de descubrir el mundo en el que está inmerso.

Es en ese contexto, en el que aparece Jazmín (Danae Reynaud), una adolescente de 16 años desenvuelta y atractiva, que de pronto, logra atraer toda la atención de Héctor, lo que en definitiva comienza a pesar en Paloma, quien se da cuenta que a partir de ahí, su vida con Héctor no volverá a ser la misma.

Contrario a lo que podría pensarse, la mirada del filme no está puesta en la relación que van tejiendo Héctor y Jazmín, sino en lo que siente Paloma, quien es la protagonista de la trama, según confesó a La Jornada Jalisco en octubre pasado, el director y guionista de Club Sándwich, Fernando Eimbcke.

“Empecé a escribir y empecé a descubrir que el personaje principal era Paloma, no Héctor, Héctor es un personaje muy importante en la relación de los dos pero el personaje con mayor conflicto era Paloma y en la escritura del guion empecé a escuchar la voz de Paloma y empecé a descubrir cosas que yo compartía con ella”.

Y no sólo eso, Eimbcke descubrió que lo que él contó en este filme, de alguna manera lo lleva al pasado.

“Siempre me ha interesado ese tema, yo creo que de alguna manera sigo siendo un adolescente aunque tengo 42 años pero como que a uno le gusta poder regresar a eso, a la infancia, a la adolescencia”.

La cinta, cuenta con la fotografía de María Secco, la música de Camilo Lara y se estrena este 2014 en las salas de cine mexicanas, después de haber participado en diversos festivales internacionales, como el Festival Internacional de Cine de Toronto, el Festival Internacional de Cine de Morelia y el Festival de Cine de San Sebastián, en la que Eimbcke recibió el premio como Mejor Director.

sábado, 1 de marzo de 2014

La batalla por Martha



En ese entonces, teníamos la idea de que las monedas no parecían ser lo suficientemente justas, para poner la cuestión a su merced. Se habían agotado las razones y, siendo niños, no queríamos inmiscuirnos en golpes que se transformarían en regaños y castigos al llegar a casa. Después de todo Julián era mi amigo, no nos íbamos a partir la mandarina en gajos por ella. 

Ya hacía varios meses que los rencores venían creciendo y para nadie era un secreto que nuestra relación se deterioraba. Manuel sugirió el duelo y yo acepté a la primera, Julián dudó un poco, sabía que mi habilidad con las máquinitas podría jugarle en contra, pidió una semana de preparación. El día elegido fue martes, durante el receso. Nos presentamos los dos y nos dimos la mano, como habíamos visto en tantas películas. Manuel se paró en medio de ambos y llamó al público. No era necesario, a nuestro alrededor comulgaban poco más de quince niños y se empujaban unos a otros. Julián y yo entrelazamos nuestras manos y nos dirigimos una mirada letal cuando izamos los pulgares. El dedo de Julián parecía más largo que de costumbre, delgado y largo se erguía desafiante, el mío un poco más grueso, parecía moverse impaciente. ¡Empiecen! Gritó Manuel, seguido de un bullicio de niños que rogaban que los dejaran ver. Julián avanzaba desesperado tratando de controlar mis movimientos, yo observaba su dedo ir y venir, intentaba estudiar como trabajaba. Con movimientos rápidos salía al encuentro de la falange y trataba de dominarlo, tenía bastante fuerza y en un descuido logró dominarme por tres segundos. ¡Punto para Julián! Avisó Manuel y el público festejaba. Nos acomodamos de nuevo y aproveché para limpiar mi sudor, Julián dejó que el suyo corriera, grave error. “¡Fight!”, dijo Manuel imitando a los juegos de las máquinas. Esta vez embestí con furia, no iba a dejar que un dedo flacucho me ganara, por mucho que fuera mi amigo, ¡Se trataba de Martha!. Julián retrocedía asustado y mi dedo se contorneaba como una víbora, atacaba y regresaba. Julián comenzó a sudar más, en dos ocasiones lo dominé por dos segundos pero logró zafarse. Fue entonces cuando vi una gruesa gota de sudor a punto de resbalar hacia su ojo y lo empujé para aprovecharla. Cerró los ojos un momento y su pulgar cayó exhausto. ¡Punto para Javier!, gritó Manuel y no pude evitar sonreír abiertamente. Algunas niñas se habían acercado a ver la faena y les dirigí una mirada. ¡Punto final! Advirtió Manuel, ¡Punto final! Entrelazamos nuestras manos con furia y comenzó la batalla. Manuel seguía con avidez las estocadas de los pulgares, el sudor corría por las mejillas color canela de Julián y sin duda por las mías, el sudor inundaba nuestros ojos, pero el temor a perder hacía que nos las tragáramos. Casi bailábamos, un paso adelante, otro a lado, uno hacia atrás, los pulgares dominaban nuestros cuerpos, las manos casi se lastimaban en su intento por alcanzar al contrario, las uñas se enterraban en nuestros dedos para causar dolor, pero no cedíamos. Un niño provocador comenzó a gritar ¡Pela!, ¡pelea! Y le siguieron los demás. El calor encendía mi cabeza y en uno de los pasos que dimos, estuve a punto de resbalar, en el fondo la vi, Martha comía un helado junto con Juventino, los dos muy solos mientras nosotros intentábamos decidir quien se quedaba con ella. Me incorporé y con fuerza apreté el pulgar de Julián, la cuenta de Manuel lo sentenció. Los ojos sorprendidos de Julián buscaron los míos y se le encendieron de rabia, estaba a punto de estallar y lo abracé, ¡No seas pendejo!, le dije, Martha es de Juventino.

Audiolibro Recomendado del Mes

Compartimos el Libro: "De la dictadura a la Democracia" del autor Gene Sharp, en su formato audiolibro para nuestros estimados lectores. Un título imprescindible sobre los diferentes métodos que el autor propone para disolver dictaduras por medio de revoluciones pacíficas y acciones no-violentas. (son díez capítulos que se estarán subiendo hasta completar la carpeta):