viernes, 14 de noviembre de 2008


Una sola mirada, diferentes visiones.


Dicen, que los muertos gozan, yo no se si sea verdad..
dicen que hay apariciones, yo no se si sea verdad...
dicen que de los pies dan jalones, a veces de noche sera?
Dicen que los muertos descansan, porque cansados estan...
dicen que yo estoy muerto, ya no se ni que es real...
Cesar Ricardez

Aristegui y el libro sobre Pancho Villa (2)

Pancho Villa pidió pena de muerte a los que hacen fraude electoral. Parte dos.

Pancho Villa

Un video narrado en Italiano que habla sobre nuestro gran revolucionario: Pancho Villa.

Recuerdan a Paco Ignacio Taibo

Muere el escritor y periodista en la ciudad de México; dejó un legado de más de 60 obras literarias

jueves, 13 de noviembre de 2008

¿Cómo decirle?




-¿Mama ya esta listo el desayuno?- Preguntaba Pedro, un chilpayate pequeño, de esos que no superan la cinta métrica para ingresar a los juegos mecánicos de la feria, que por cierto no existían en la sierra morena del estado de Oaxaca, que es un lugar maravilloso, con estupendas riquezas naturales. Allá, alejado del bullicio de las grandes ciudades, alejado de cualquier contacto con el exterior, Pedro jugaba, cazaba chapulines, esos que andan brincando alrededor del patio de una pequeña casa de adobe, de esfuerzo familiar y de sacrificio, de tantos días de no poder descansar y pasar el día entero, labrando la tierra, sembrando el frijol, el maíz ancestral, que por muchos años, sembró el abuelo, el bisabuelo y demás generaciones antiguas de Pedro, el pequeño Pedro, de tez morena, de suaves manos, de pies descalzos que corrían de aquí para allá sin parar. Si, así era pedro.

Su pueblo se llamaba San Juan el chico, será porque era un pueblito de los más insospechados que pudieran existir. No aparecía en los mapas por fortuna de los indios, pues en algunas épocas, ellos eran utilizados hasta su exterminio. Por las dificultades de subir para la sierra, los españoles nunca pudieron encontrarlos, ahí estuvieron siempre, ocultos, tras los cerros que han crecido con el tiempo.

-Que pasa Pedro, lávate esas manos, mira nada más, escuincle cochino- Marisol se llama la mamá de pedro, una muchacha joven, de 27 años, adora los cacahuates, las quesadillas de huitlacoche y cuida a su jacal como su vida. Sale a los tianguis todos los domingos, va, vende e intercambia algunas cosas, frijol por arroz, maíz por cacao, para el sabroso chocolate que disgusta pedro junto a sus tres hermanos: Juan, Lucas y María, todos bautizados en la capilla de San Felipe, de ahí sus nombres, porque nacieron en los días de sus santos. Es por eso que retomando el punto anterior, la iglesia, solo la iglesia fue la única que pudo ingresar, conquistar a los indígenas y tras una larga expedición entre las montañas, los filipenses llegaron e instalaron en ese preciso lugar, la orden, de San Felipe Neri.

Pedro casi vuela hacia el balde con agua que lo esperaba para que se lavara las manos. Tenía hambre, demasiada hambre pues tenia mucho sin comer. Extrañaba sus tamales, su atole, su comida favorita que era el mole con nopalitos, que siempre degustaba, hasta se chupaba los dedos y no dejaba un solo rastro de aquel platillo típico. Extrañaba hasta los pechos de su mamá. Entre sus recuerdos, todavía saboreaba la Chichi. No podía olvidarse de aquel sabor dulzón que lo perseguía en aquellos días, que lo hacia llorar. Le gustaban los elotes pero ni se acordaba de ellos, el quería desayunar, extrañaba las palabras de su madre, cuando le gritaba: -Pedro, Pedro, ándale, correle, para que desayunes, rico, rico, rico- Llego a la cocina que también era el comedor y la sala juntos. Extraño el olor que siempre acompañaba a una buena comida, nunca escuchó a su mama tortear, hacer el sonido que se forma cuando la masa se pasea entre las manos. Nada de eso escuchó. Sus hermanos lloraban, necesitaban leche, estaban más pequeñitos que el y por consecuencia tenían más hambre.

Pedro pregunto por el menú: -¿Mamá que comeremos hoy?- su mamá al borde de las lágrimas, le respondió: -comeremos galletitas hijo, galletitas de chocolate, esas que a tu padre tanto le gustan-. Pedro tomó las galletas, antes de eso, corrió por su vaso de micky Mouse y el pato Donald que su Papá Mario le había traído alguna vez, en alguno de esos viajes a la “gran ciuda”. El pequeño niño tomo la jícara con agua, lleno el vaso del pato Donald hasta la mitad y tomo una de las galletas. Al darle la primer mordida, la galleta se trozó y pedro empezó a comer.

Era raro, la galleta estaba muy amargosa, no le sabía a galleta de chocolate, es verdad que tenia mucho tiempo sin comerse una, pero nunca podría olvidarse de ellas, fueron un regalo de Papá, que mandó desde un lugar muy lejos, muy muy lejos, que llamaban “gringolandia”. Pedro imaginaba, aquel lugar lleno de chapulines que corrían por doquier, de coyotes y jaguares que se escondían entre la milpa. Un lugar lleno de muchas cosas, donde nunca faltaba nada, donde siempre había de todo, sus tamales, su mole con nopalitos, su atole y papalotes por el aire, como el que le mandó Papá en su cumpleaños pasado. Pedro imaginaba que había tantas cosas en aquel lugar, que hasta alcanzaba para todos los que vivían en San Juan el chico. Pedro recordó el verdadero sabor a chocolate, no pudo comer más y fue a preguntarle a Marisol.


-“Mama, esto no es chocolate, yo recuerdo tus ricas galletitas de chocolate”- dijo Pedro. Su madre se quedó mirándolo, contemplándolo, con su rostro desencajado, no pudo contenerse más, soltó el llanto. Sus lágrimas caminaron por toda su joven cara. Su rostro se cubrió de agua, sollozó y los niños más pequeños Lucas y María al contemplar a su mama llorar, no pudieron sostenerse y con el sabor amargo de las galletas, lloraron a su lado.

Marisol no pudo balbucear ni una sola palabra. Tenía la respuesta, no se la pudo decir. Se quedo pensando en los viejos tiempos. Pensando en aquellos días en los que salía a la plaza tomada de la mano de Mario. Conocía la respuesta. Sabía el porqué de confeccionar las galletitas hechas de lodo. No podía decirle la verdad a Pedro. Decirle que su padre había tenido que dejar San Juan el chico para buscar una mejor vida. Decirle que las cosechas estaban arruinadas por el temporal de lluvias. Decirle que si su padre seguía sembrando de todos modos no les serviría ni para un taco, se moriría de hambre junto a toda la familia. Como decirle que su Padre tuvo que irse al “norte” a “gringolandia” a buscar el futuro de sus hijos. Cómo poder decirle, lo que más le costaba trabajo decirle: que su padre había muerto, se había caído del peldaño de un edificio en wall street donde trabajaba de albañil para mandar el sustento, para el mole con nopalitos, para el regalo de cumpleaños, para el vaso del pato Donald.

Cesar Huerta

Una sola mirada, diferentes visiones.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Me peino, me baño, me arreglo, voy a ver el futbol...




El gol

El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna.

Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles: 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos. Ahora, los once jugadores se pasan todo el partido colgados del travesaño, dedicados a evitar los goles y sin tiempo para hacerlos.

El entusiasmo que se desata cada vez que la bala blanca sacude la red puede parecer misterio o locura, pero hay que tener en cuenta que el milagro se da poco. El gol, aunque sea un golecito, resulta siempre gooooooooooooooooooooooool en la garganta de los relatores de radio, un do de pecho capaz de dejar a Caruso mudo para siempre, y la multitud delira y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire.

Eduardo Galeano


Una sola mirada, diferentes visiones.

Recrea documental de dos horas la trayectoria de Pancho Villa.* Contó su presentación con los comentarios de Paco Ignacio Taibo

foto: Cesar Huerta/Extension Medios


México, 11 Nov (Notimex).- Con un extraordinario recorrido por el tiempo y los lugares dónde Doroteo Arango forjó su leyenda, de la mano del escritor e historiador Paco Ignacio Taibo II, el canal de televisión de paga The History Channel (THC) presentó el documental “Pancho Villa, aquí y allí”.

El documental fue presentado en premier la víspera en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, con los comentarios de los escritores e historiadores Pedro Salmerón y Jesús Vargas, así como del mismo Taibo II.

La producción nació tras el éxito del libro del escritor, “Pancho Villa, una biografía narrativa”, cuando THC inició junto con él un viaje tras los rastros de un mito que sigue vigente.
El documental de dos horas de duración fue producido por Anima Films y será transmitido en toda América Latina el próximo lunes 17 de noviembre.

Narrado por Taibo II y realizado en alta definición, el proyecto es un registro sobre el pasado, presente y futuro de uno de los iconos revolucionarios, políticos y sociales que forman parte de la identidad mexicana.

A 85 años de su muerte, la figura del Centauro del Norte es evocada en esta producción, donde se cuenta con testimonios de personas de Zacatecas, Durango y Chihuahua, e incluso de Nuevo México, en Estados Unidos.

Su verdadero nombre fue Doroteo Arango, pero pasó a la historia como Pancho Villa. Bandido y héroe, temido y amado, dejó un rastro de historias, anécdotas, leyendas y verdades a medias a través del norte de México y sur de Estados Unidos.

El filme acerca a los televidentes a los sitios en los cuales Villa libró sus batallas más importantes, al tiempo que presenta fragmentos de la vida cotidiana de quien aún hoy es uno de los personajes más importantes y controvertidos de la historia latinoamericana.
Se trata de un viaje de más de siete mil kilómetros para seguir su trayectoria, pasando por Zacatecas, Durango y Chihuahua, en un encuentro con su presente y la importancia que aún tiene su figura para miles de mexicanos.

Por supuesto, no podía faltar la visión que se tiene de él en Estados Unidos, en particular Texas, como una mezcla de mal viviente y estrella de cine, que tras su incursión en la ciudad de Columbus, en Nuevo México, se convirtió en el enemigo número uno de ese país.
Tras la proyección del documental, iniciaron las participaciones en las que se tocaron temas importantes como la relevancia de Pancho Villa en la cultura mexicana, su trascendencia icónica internacional y mitos y leyendas del bandolero y héroe revolucionario.

Una sola mirada, diferentes visiones.

martes, 11 de noviembre de 2008

Sabía que estabas ahí, pero no quería encontrarte


Comencé la huida, esperaba en el teléfono la hora total de tu partida, antes preparaba mi llegada, creía en mí y sabía que podríamos enmendar los errores. En el camino solo pensaba en ti, se acercaba la hora y como el día de ayer, cuando transcurría la misma hora, estaba ilusionado con mirarte una vez más, tan solo unos segundos y pensar que nuestro amor nunca se fue.

Todo, ese todo y un mar de ilusiones venían a mí, tus recuerdos, esa larga ausencia por fin terminaba, nos citamos, corrían los minutos, el segundero de mi reloj no paraba de marcar, se acercaba la hora anhelada. La sangre corría rápidamente en mis venas, palpitaba mi corazón, y miraba hacia todos lados, alrededor del punto exacto de la cita, te buscaba.

Por fin te encontré, escuche tu voz pronunciar mi nombre, en ese momento mire hacia atrás, fue una búsqueda incesante, no te vi, tu me viste y me buscaste, pero nunca pudiste encontrar lo que yo tenía para ti.

Cesar Huerta

Una sola mirada, diferentes visiones.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Nosotros decimos no (10/11/2008)

Los Olvidados foto: Cesar Huerta/Extensión Medios


Los silencios que hablan

Jorge Gómez Naredo

A veces vale más hablar con silencios que con palabras. Vale más decir nada que decir todo. Vale más quedarse callado, ahogar el grito, cerrar la mirada y apagar los ojos. Hoy quizá haga eso: callar. Callar, por ejemplo, que quien llevará la política interna en la nación es un aristócrata que piensa desde arriba, siempre desde arriba y nunca desde abajo; callar, también, que la pobreza crece, que la inflación no se detiene y que cada día que pasa en este país se multiplican los pobres, y con la pobreza, el sufrimiento, las lágrimas y la impotencia. Sí, hoy vale la pena callar: callar que en México hay un presidente espurio, ilegítimo, ¡y peor!, que es inepto. Hacer silencio como lo hacen los muchos medios de comunicación con de todo lo que huela a resistencia: ahí está AMLO, activo como siempre, pero ocultado por las pantallas de televisión, por las radiodifusoras y por la mayoría de los periódicos.

Sí, de vez en cuando es necesario decir silencio: decir, con silencios, que hay inconformidad y que las desigualdades sociales se ven todos los días. Pero aún más: las desigualdades se sienten todos los días, en todo momento. ¿Acaso Fernando Gómez Mont, el recién nombrado Secretario de Gobernación, solucionará las hondas diferencias sociales y económicas existentes en el país? Por supuesto que no. Pero hoy es mejor callar. Decir nada. Ocultar las palabras.

Y es que el silencio también habla, también grita, también dice mucho. Yo ahora, en este preciso momento, digo silencio: un silencio rebelde, un silencio que se insubordina, un silencio que dice todo, absolutamente todo lo que las palabras hoy callan.

Comentarios: jorge_naredo@yahoo.com



Una sola mirada, diferentes visiones.

"A mi perro con amor"




Pasó el perro a mi lado. Un perro de pobre casta,
uno de esos callejeros pobre de sangre y de estampa.
Nacen en cualquier rincón de perras tristes y flacas,
destinados a comer basura de plaza en plaza.
De pequeños, por lo fino y lo ágil de la infancia,
baloncitos de peluche, tibios borrones de ala,
los sacan al sol, les cantan.
De mayores, como ya se les fue la gracia,
los dejan a su ventura, mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones y su sed sobre las charcas.
Y que tristes ojos tienen, que recóndita mirada,
como si en ella pusieran su dolor a media asta,
y se mueren de tristeza a la sombra de una tapia
si es que un lazo no les da una muerte anticipada.
Yo lo llamo...todo orejas asustadas, todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia.
El perro escucha mi voz, olfatea mis palabras
como esperando o temiendo pan, cariños o pedradas.
No en vano lleva marcado un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar...dócil, a medias avanza,
moviendo el rabo con miedo y las orejitas gachas.
Le digo: ven aquí, no te hago nada, vamos ven,
y adiós a la desconfianza, y se tiende a mis pies,
con tiernos aullidos habla, ladra para hablar más fuerte,
salta, gira, gira, salta, lloran y ríen, ríen y lloran
lengua, orejas, ojos, patas y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es una alegría tan grande que más que hablarme me canta.
¿Qué piedra te dejó herido? Sabe que maldigo las piedras,
aquella pedrada dura que le destrozó la pata,
y él con el rabo me está agradeciendo la lástima.
Pero no te preocupes, ya no ha de faltarte nada,
yo también soy callejero, aunque de distintas plazas,
y con mi patita renga y triste voy de jornada en jornada,
las piedras que me tiraron me dejaron herida el alma.

Manuel Benítez Carrasco


Una sola mirada, diferentes visiones.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Días de Combate




1. Días de Combate

Días de Combate, está conscientemente construida como la primera parte de una saga. Los personajes centrales son presentados, se ahonda como nunca más en los orígenes de Héctor Belascoarán Shayne (padre vasco y madre irlandesa), además de otra serie de aclaraciones que sitúan a Belascoarán en su ambiente, como el por qué de su decisión de volverse detective y su vida anterior como ingeniero.

Esta es también la novela menos politizada de la serie. Pareciera que Taibo II planeaba concentrar todo el tema político en Carlos, hermano de Héctor, pero al convertirse con el paso de las novelas en un personaje de pocas apariciones, la carga tuvo que recaer en el protagonista.

Días de Combate narra la búsqueda que hace Belascoarán de un estrangulador de mujeres (un tema más regular en el género policiaco, que los de las novelas posteriores) que actúa bajo el seudónimo de Cerevro. Su hermano, en el tono que mantiene durante ésta, la primera parte, le recomienda a Héctor:


Cuídate del comandante de la judicial, que en sus horas libres, las horas que le sobran de golpear estudiantes o torturar campesinos, no se dedique a estrangular mujeres. Cuídate del presidente de la república (…) No lo entregues a la policía, que ellos están en otro juego.(43)



Cuando se cuestiona sobre los conflictos internacionales actuales, acaso influido por su hermano, el detective resume sus posiciones así:

en el conflicto entre Honduras y el Salvador: neutral. En la guerra del Medio Oriente: con los palestinos. En la bronca entre los negros y la policía de Nueva York: con los negros.(25)



Esta influencia aparece constantemente en la novela. Tras discutir con él el caso del estrangulador Cerevro, piensa que “todo podría ser político. ¿Y por qué no? Ésta era una de las muchas ideas residuales que había dejado la conversación con Carlos. Político. Un problema político.”(45) Aún así, desde esta novela Belascoarán tiene una pésima impresión de los priístas y los caracteriza como escoria capaz de todo. Del estrangulador, antes de saber nada, especula que podría ser alguien del aparato del estado, aunque podría ser cualquiera “le parecía más consecuente pensar en el político priísta.”(34)

Ese integrarse o desmarcarse ideológico no es exclusivamente político. Cuando Héctor lee el diario que le envía el estrangulador, desconoce las citas de Nietzsche, que es citado frecuentemente. “Tiene una extraña cultura. ¿De quién serán las citas?”(177), se pregunta Héctor. Parece que Taibo II quiere decirnos que un detective tan mexicano, lector de novelas policiacas y amante de la trova latinoamericana, tiene una sensibilidad irreconciliable con la del filósofo alemán.

Como en las siguientes novelas, Belascoarán piensa en lo mexicano con cierto margen de dualidad. Primero no duda de calificar de mexicana alegría, la brutalidad de la policía, pero en otra ocasión, ante la generalidad con la que uno de sus compañeros de despacho habla de los mexicanos, ahonda más:


Eran “esos mexicanos”, gente que se hacinaba en familia dentro de un cuarto de seis por tres, que veía pacientemente a su padre cohabitar con su madre y que terminaba tirándose a su hermana por proximidad de cama, que estudiaba primaria y no la terminaba por lograr pescar chamba de mecánico que justificaba cierta libertad, un lugar en la familia, el derecho a embutirse seis cervezas las mañanas de los sábados, a pensar en casarse para repetir el ciclo. ¿Eran esos mexicanos calientes de los que hablaba su vecino el plomero? (29)



También se encuentra aquí una idea a la que recurrirá en Muertos Incómodos. Viendo la ciudad desde una azotea, piensa que “La selva de antenas de televisión bombardeaba ondas, mensajes, comerciales.”(25) En el segundo capítulo de Muertos Incómodos (primero que escribe Taibo II), Belascoarán reflexiona de nuevo sobre la ciudad, en concordancia a su visión de la ciudad en la primera entrega:


Había más antenas o había menos? Había muchas más, se dijo. Muchas más antenas de televisión. (…) Pero, la verdad, lo de las antenas, lo tenía bastante claro. Había muchas más que antes, y no hay duda que formaban la cúpula de una selva. La selva de las antenas de televisión del DF.(23)

Víctor Pablo Santana Peraza
Universidad Autónoma de Madrid

Una sola mirada, diferentes visiones.

Audiolibro Recomendado del Mes

Compartimos el Libro: "De la dictadura a la Democracia" del autor Gene Sharp, en su formato audiolibro para nuestros estimados lectores. Un título imprescindible sobre los diferentes métodos que el autor propone para disolver dictaduras por medio de revoluciones pacíficas y acciones no-violentas. (son díez capítulos que se estarán subiendo hasta completar la carpeta):