lunes, 18 de junio de 2012

Esta noche estas aquí

foto por dhammza @Flickr 


 Al tercer intento de iniciar una conversación decidí que con ella no había futuro, conclusión que confirmaría un par de segundos después cuando dejó su vaso de Cuba Libre sobre la barra y casi como en suspiro anotó "Sólo quiero sentirme bien".  ¿Bien?, bueno, bien es una palabra curiosa, depende de lo que uno quiera definir como bien o como mal, pensé. ¿Bien?, alcancé  a responderle mientras mi cerveza tocaba mis labios. "Sólo bien, placentera", y me devolvió una mirada encendida que se apago al desbocarse sobre un vaso más allá de mi hombro izquierdo. ¿Tu nombre? pregunté levantando levemente la ceja izquierda. ¿Realmente importa? y recogió su mirada para estrellarla contra mis ojos, cruzó las piernas y se inclinó sobre la barra. ¿Fuego? miró con un mechón de cabello resbalando por su oreja izquierda y sus labios rojos dibujando una "o". Lo siento, ya no fumo. Lástima, con lo bueno que es el sabor de la nicotina después de haber tenido sexo. ¿Sexo?. A menos que te niegues, ¿te negarás? y dejó caer su mano delicadamente sobre mi rodilla. Le devolví una sonrisa estúpidamente tímida y dejé mi copa sobre una servilleta usada, saqué mi cartera y dejé nuestras cuentas pagadas. Salimos del brazo, ella se caló su sombrero con una pluma de pavo real y su breve chaqueta de cuero, yo apenas alcancé a ponerme la chamarra que traía del trabajo. La noche era fría y la madrugada había comenzado a cobrar sus victimas entre las aceras. Un aroma rancio cubría las calles próximas a su edificio, subimos despacio, sin mirarnos y sin cruzar palabra. Al llegar a su departamento sobraron los eufemismos vertidos sobre ese instante que se alarga, con el único propósito de prolongar el goce carnal de los cuerpos abandonados en la oscuridad y soledad de las almas que los habitan. Ella no paraba de repetir "sólo quiero sentirme bien" mientras su voz desfallecía en olas invisibles y periódicas, que yo procuraba remontar al vuelo. Sus cabellos se me escapaban en formas invisibles y sedosas, y la luna se filtraba en pequeños cristales ahumados.

No me volverás a ver. ¿Tu nombre?. Nocturna, soledad, ¿mujer fatal?, ¿cuál te gusta?, para eso siempre has sido bueno. ¿Me conoces? . Digamos que te conocí, con diez años menos. No me importa quién seas, estas aquí. Hoy no estarás sólo, hasta que den las cinco y diez. Hoy no estaré sólo...esta noche estas aquí, quien quiera que seas. A lo lejos un niño lloraba, y un tren solitario mugía entre los escombros de la ciudad.

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