sábado, 23 de junio de 2012

Disertaciones Anamórficas sobre el Ser II. | Retorno a la Comunidad


foto por Juan_Chanclas vía @Flickr


 El retorno a la Comunidad.

Vivimos tiempos díficiles, los movimientos sociales, son polvorines que explotan con fuerza y a las pocas semanas se van desgastando rápidamente, si bien esto no es el caso de todos los movimientos, la mayoría de las fuerzas renovadoras que estallan con fuerza en México, se apagan rápidamente en el mejor de los casos en cuestión de meses. Paralelamente, los movimientos se han pacíficado al tiempo que la palabra “ciudadano” comienza a ser moneda de cambio entre todos ellos. ¿Qué les falta a los movimientos para progresar?, pareciera que todos recogen un encono generalizado contra los poderes fácticos, pero al mismo tiempo carecen de la capacidad de enraízar en una sociedad que los acoge y al final los rechaza.
Una idea que ha llegado a mi mente recientemente es la cuestión, sobre si la sociedad está corrompida en la sustancia o en la Forma. La mayoría de los movimientos sociales actuales, critícan la Forma de la sociedad mexicana la desdeñan y la acusan de corrupta. No obstante, estos movimientos no están excentos de formar parte de la misma sustancia social que los alimenta, al fin y al cabo “todos somos pueblo”. Si la sustancia está corrupta, nada puede crecer en el sustrato, nada puede arraigarse sino a través de la Forma que lo represente. Así los movimientos sociales, o se desgastan rápidamente o se convierten en instituciones que absorben en la Forma su causa, la Forma se convierte en la causa y no en la consecuencia de lo que querían realizar.
Pero, ¿qué está dañado en el tejido social?. Uno podría enumerar una serie de posibles factores que causan esa corrupción de la sustancia social, pero desde mi análisis muy superficial, todo se puede reducir desde sus expresiones a el virus causal de la infección: el individualismo. Nuestro sistema capitalista es un sistema predominantemente individualista, debo subrayar que no pretendo elevar una crítica al sistema, aunque inherentemente pudiera serlo, sólo trato de plasmar ciertas ideas que considero prudentes expresar; luego se basa en la exaltación del individuo sobre la comunidad, este sistema en el que estamos insertados y la política económica actual, el neoliberalismo, han llevado al individuo hasta sus últimas consecuencias. Las bondades de la reinvidicación del invididuo frente a la sociedad, son varias, can desde un mayor acceso del individuo a mostrarse en sociedad tal y como es, hasta el surgimiento entero de nuevas comunidades, y la presión social sobre el grueso poblacional para aceptar tales derechos, el individuo es ahora una pieza importante y no sólo un esclavo de la masa, al individuo se le dió libertad para decidir y actuar. Podría sonar paradójico el hecho que la “privatización” del ser haya fomentado el nacimiento de nuevas comunidades, pero es que en el fondo, el ser humano es un ser social, el individuo nunca podrá hacer nada por sí sólo, si no pertenece a una comunidad donde pueda recrearse. La persona fue liberada de la moral social, y dejada a la interperie, de esta manera puede buscarse a si misma, porque el sistema le dió esa posibilidad, sin embargo, su fatalidad es siempre pertenecer a una comunidad.
Como vemos, incluso en el tantas veces pintado como cruel y desgarrador (que lo es) Sistema Capitalista, existen beneficios que quizá en regimenes fundados en otros términos hubiesen fracasado.
Sin embargo, debido a que el sistema depende del consumo continuo y exagerado de los bienes producidos, aún cuando son innecesarios para la persona, el individualismo se acentuó al grado de despojar al ser humano de su caracter social, negando esta parte estructural del hombre, no sólo se mutila al ser sino que se inserta una crisis social, sutil, pero profunda.
El sistema se dedicó entonces a vejar el sentido social del ser humano, la propiedad privada, pudo inciar como una conquista, pero se convirtió rápidamente en una afrenta a la propiedad comunal, mientras el valor de la propiedad privada crecía, la propiedad comunal se desmoronaba, y al ser un sistema basado en el valor de las cosas, la comunidad en seguida perdió protagonismo. Se nos educó para la competitividad agresiva y no asertiva, los valores inherentes a y que habían permanecido grabados en nuestra consciencia fueron en el mejor de los casos anestesiados, para poder hacer crecer el naciente sistema. El capitalismo al igual que el stalinismo y los socialismos autoritarios cayeron en el error de llevar las cosas a los extremos, causando la muerte de alguna parte esencial del hombre y en el proceso poniendo en entredicho la condición humana de los subyugados.
Regresando a la actualidad, con un individualismo profundo y avasallador, nos encontramos abandonados, incapaces de tender puentes que no representen una ventaja competitiva, hemos perdido el sentido de la comunidad, de frente a la historia de la Rusia comunista, y de Europa del Este, hemos aprendido a identificar el retorno a la comunidad como el camino al socialismo o algo peor. Es ahí donde creo que está el problema de fondo de nuestro México, no se puede hablar de una reconstrucción del tejido social, mientras el germen de miedo a lo comunitario continue. Peor aún, más allá de un miedo al totalitarismo, que es infundado, se mantiene también un desprecio a la comunidad. Tal vez, lo segundo se deba a que lo comunitario no representa el progreso, creemos de manera muy equivocada, que la comunidad fue la forma primitiva de la esixtencia humana, algo a lo que no queremos o que simplemente no se puede regresar. Incluso la religión cristiana no representa un regreso a la “edad dorada” como creía Octavio Paz, sino más bien un individualismo satisfactorio, menos agresivo, después de todo una religión basada en la salvación individual, no podría ofrecer una vida eterna comunal.
El país, y los movimientos sociales, necesitan un cambio, un vuelvo de la Forma a la sustancia para reconstruir efectivamente el tejido social, el Estado podrá encargarse de sembrar espacios públicos, poner parques recreativos, y centros comunitarios, pero sin un sentido de comunidad ese esfuerzo será una mera máscarada, que terminara como la mayoría de los programas sociales actuales, en estrepitosos fracasos. Continuidad e integración son los factores decisivos en la reconstrucción de la imagen de la comunidad, ya hemos logrado la deidificación del individuo, excesiva y voraz, ahora pongamoslo en contacto con los otros dioses que habitan su mundo, demostremonos y demostremoles, que más que dioses, somos hombres, y animales y contemporáneos a un tiempo y a un sentir, insertados en un devenir constante.
El retorno a la comunidad es un retorno necesario, pero más que como un retorno debe ser un avance, una puesta de acuerdo. Ciertamente esto no hará que los movimientos sociales cesen, quizás ni siquiera en su explosividad, pero al tiempo que se vuelcan sobre la sociedad, dejarán de encerrarse en discos donde acaben por asfixiarse. Hay que destruir la imagen de la comunidad antigua y bárbara y la imagen de una comunidad roja y radical que asfixie al individuo, la comunidad no es la pérdida de las libertades ganadas por el hombre en solitario, sino la suma de las coincidencias para lograr fines más complejos. El trabajo no tiene valor si no está insertado en la comunidad, asimismo un individuo es intrascendente cuando rechaza esa parte que es inherente a él, la comunidad. Reacios a aceptarlo tendemos a aislarnos, siempre vamos a estar sólos, somos seres contingentes incapaces de violar nuestro cuerpo físico, pero podemos recrearnos en nuestros semejantes.

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