lunes, 22 de diciembre de 2008

Foto: Cesar Huerta/Extensión Medios


Jorge Gómez Naredo
Crisis: un comentario personal

El Occidental
22 de diciembre de 2008

La crisis económica llegó desde hace tiempo: se instaló aquí, en los bolsillos de los de a pie, en las miradas y las palabras de quienes no cuentan sus ingresos por millones. Si bien es cierto nadie se escapa a los vaivenes de la crisis global del capitalismo, siempre hay distintas maneras de experimentarla. Unos logran sobrevivir a duras penas, otros, en cambio, con sus activos y sus pasivos, están contentos porque la crisis no los afectará, o los afectará poco, o casi nada; y si los afecta, el Gobierno los rescatará, porque estos gobiernos no dejan morir a los grandes empresarios, a los que producen, a las fuerzas vivas del desarrollo. Para la gran mayoría de los mexicanos la crisis no es una palabra: es un estado, una circunstancia, y lo peor, para muchos, es el contexto en el cual han vivido toda su existencia.

Yo soy uno de esos que nació en tiempos de crisis, creció en tiempos de crisis, estudió en tiempos de crisis y trabaja hoy en tiempos de crisis. En realidad no he conocido el "milagro mexicano" ni la abundancia de una economía sólida. He vivido entre promesas de pronto desarrollo y de más y más oportunidades. Vi cómo cayó el PRI, cómo ganó el PAN y cómo el PAN se hermanó al PRI. Conocí la democracia, o eso que los de arriba nombran democracia. Pero no conocí la abundancia ni los viajes al extranjero cada año ni la posibilidad de estudiar en una escuela privada (nunca lo hubiera hecho, porque amo con locura la educación pública y creo en ella y siempre lo haré) ni la facilidad de adquirir rápido y en unos meses de sueldo una casa, un auto, una estabilidad económica. Soy hijo de las crisis de este país y, parece ser, muy a mi pesar, seguiré siendo hijo de las crisis mexicanas. Y también mis hijos lo serán.

No dudo que mi punto de vista sea "parcial". Pero, ¿quién no es parcial?, ¿quién puede ser "objetivo" ante personajes como Felipe Calderón, Vicente Fox, Carlos Salinas de Gortari, Francisco Ramírez Acuña y un largo etcétera? He seguido la actividad de varios políticos que se decían honrados, honestos y trabajadores, y nada más llegar al poder, cambiaron, se transformaron radicalmente en eso que antes de ocupar el cargo criticaban. Y no hablo solamente de los panistas. No, claro que no. Peor siempre en ese partido se han dado las mutaciones más radicales y sorprendentes.

Hay desesperanza. Se ve en muchas partes. Hace algunos días, en una tienda departamental, un cliente exclamó: "y me cobrarán muchos intereses por atrasarme en mi pago". Un comentario de alguien que no pudo pagar lo que debía. ¿Y cuántos deben en este país?, ¿cuántos no podrán cubrir las mensualidades de la casa, del auto, de la ropa que se compraron?, ¿cuántos? Eso pasa abajo, y no sólo abajo: también las clases medias deben, y las altas ni se diga. Lo bueno, para las clases muy altas, es que siempre habrá un gobierno neoliberal que argumente la necesidad de rescatar a esos que han caído en la desgracia. A esos ricos que por la crisis no ganan lo que deberían de ganar. Eso siempre ha pasado en este país: los ricos siempre han sido los beneficiados, y los pobres, los jodidos, los que se chingan. Quizá con Lázaro Cárdenas las cosas se invirtieron un poco. Pero, ah, don Lázaro dejó de existir hace ya mucho tiempo y de él solamente nos queda el recuerdo. Y no dudo que el recuerdo sea importante: es la historia. ¡Pero cómo hace falta don Lázaro! Aunque estoy convencido que si reviviera y se lanzara a la presidencia, habría un fraude y el voto por voto nunca llegaría. Así es este país. O más bien, así son las élites rapaces de este país. Los que siempre quieren ganar y nunca, jamás, perder.

En la televisión se hacen análisis de lo que va y lo que no va: una caterva de merolicos sale en las pantallas y profundiza en los temas de actualidad. En las radiodifusoras, la mayoría de los que hablan dicen muchas estupideces; y no se diga en los diarios: con prosas barrocas se hacen sesudas reflexiones sobre el porvenir de la nación. Y la verdad nadie sabe qué pasará. Lo que sí se conoce, aunque muchos se lo callen, es que la gente sufre y que cada día hay más pobreza. ¡Ya no alcanza el dinero! Y esto lo dice alguien que siempre ha vivido en tiempos de crisis. Por eso, mi conclusión es simple: estamos en una crisis en tiempos de crisis: ¿qué nos espera? Nadie lo sabe. Aunque muchos digan pavoneándose que sí. En fin, así es este país.

jgnaredo@hotmail.com


Una sola mirada, diferentes visiones.

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