Y ese día entré a la Expo Guadalajara con mi carnal de toda la vida el Chafis. El licenciado nos había encomendado una tarea, era algo así como una venganza en su nombre, un ajusticiamiento por su propia mano. Nos había dicho “quiero a ese hijo de las mil putas aquí” y también nos advirtió “no lo dejen ir, lo quiero vivo o muerto, hay ustedes sabrán como”. El Chafis y yo sabíamos que eso de muerto nos traería muchas broncas con el lic. él Botas un buen gatillero, amante de las pistolas 38 milímetros conocía perfectamente a ese escritor que se hacia pasar de bromista y bonachón. Ese personaje de largos bigotes que se presentaba en auditorios grandes o pequeños, siempre con lleno total. “Es un hijo de la chingada, ese escritorcillo se escabulle cuando menos te lo esperas, tengan cuidado con ese cabron” eso nos dijo aquel día...
Una sola mirada, diferentes visiones.
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