Hay veces que me siento como el perro que espera la llegada de su dueño. Un perro que se alimenta poco a poco de esas esperanzas para poder vivr isin nada que perder y nada que ganar.
Esa espera de saber que tan sólo así encontrará un poco de sí.Porque quizás el dueño nunca regresará con las croquetas de la vida, con el amor y el cariño que siempre imaginariamente estuvo ahí. Qué más da esperar el regreso del amor...
Una sola mirada, diferentes visiones.
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