Ser jugador de fútbol no es nada fácil. Para empezar necesitas no ser un pata de palo, mover el balón de forma esplendida, resistir a los malos jugadores, a las patadas, a los visores, al salario, a las divisiones, a la banca, al fútbol mismo. Y cuando llegas a la cima y tienes veinte años, debes madurar, no cometer errores, tratar de mejorar, alinear y buscar un buen equipo, pensar en un fúturo próximo. Y en eso, llegaste a los treinta, el tiempo se esfuma, te vuelves viejo. La gente te chifla, se enoja, reclama el hecho de que no seas el mismo de antes. Ya no tienes futuro, ahora será mejor pensar en el retiro.
Los pata de palo la tenemos peor. Siempre soñamos con hacer jugadas de
fantasía, bailar un vals con el balón. Por un momento incluso llegamos a
ilusionarnos, pero la práctica nos traicionó mucho antes.
Una sola mirada, diferentes visiones.
1 comentario:
Wao, el árbol.
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