Aquella noche, en el hotel; nuestra habitación, el largo corredor vacío, nuestros zapatos en la puerta, una gruesa alfombra en el suelo de la habitación; fuera, la lluvia contra los cristales y en la habitación, una bonita luz, agradable y dulce. Luego, la luz apagada y la voluptuosidad de la finura de las sábanas y de la cama confortable. Sentirse en su casa; no sentirse solo; despertarse en medio de la noche y encontrarla al lado, que no se ha marchado. Todo lo demás parecía irreal.
Ernest Hemingway
Una sola mirada, diferentes visiones.
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