Déjame ahora, amor, que te maldiga
con la palabra amarga y el castigo.
Déjame que me sienta tu enemigo
y a gritos déjame que te lo diga.
En la colmena, en la cuajada espiga
yo levanto mi voz y te maldigo.
En el tesoro de la miel y el trigo,
en el fugaz vilano y en la ortiga.
Maldito seas en las pleamares,
en el jazmín, el ónice, la arena,
en el sirguero y en su verde ramo.
Maldito en el jacinto y los azahares.
Y, en la albahaca, el junco y la azucena,
maldito yo también porque te amo.
Antonio Gala
Una sola mirada, diferentes visiones.
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