La superación de la pobreza no es un gesto caritativo. Es un acto de justicia. Es la protección de los derechos humanos fundamentales. En todos los lugares, cada persona tiene derecho a vivir con dignidad, libre del miedo y de la opresión, del hambre y de la sed y de expresarse y asociarse si así lo desea. Sin embargo, en este nuevo siglo, millones de personas siguen encarceladas, esclavizadas y encadenadas.
La desigualdad y
la pobreza generalizada constituyen un terrible azote en nuestra época,
una época en la que el mundo se enorgullece también de avances
asombrosos en la ciencia, la técnica, la industria y la acumulación de
riqueza. Mientras persista la pobreza, no habrá autentica libertad.
Una sola mirada, diferentes visiones.
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