Hay una parte importante en la vida de cualquier lector (en particular de los lectores de novelas), esa parte es comprender la atemporalidad de la novela. Mucho se habla de las características de este género literario, pero creo que es esa línea temporal difusa, lo que le da ese sabor tan disfrutable.
En la novela, el tiempo se trasciende, el escritor invita al lector a moverse de adelante hacia atrás, saltar, viajar a realidades alternas, cambiar de voces, voces que se encuentran en momentos que no sucederían de otra forma. Esa constante sensación, confusa si se quiere, en que nuestra manera cómoda y lineal de mirar al correr de las manecillas, se ve violada y ultrajada.
Creo que una buena novela tiene mucho que ver en el manejo de los tiempos, claro que eso no es todo, pero sin eso, una novela termina siendo un cuento muy largo, y uno malo.
Me fascina como cada escritor juega con el tiempo, lo destruye y lo redefine con cada salto, con cada cambio de realidad, con cada contestación de personajes que nunca se conocieron, y que sin embargo conviven. Me gusta la atemporalidad de la novela, la novela trascendente.
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