Imagen by Lorenzo_t_Flickr |
Mikiko era el nombre de la niña de Nocturno, él era el gato y era su dueño, todas las noches cuando a Nocturno le placía aparecer exigía a Mikiko un poco de leche, la niña del gato siempre obediente le servia en un viejo tazón y como premio el gato la hipnotizaba con su mirada profunda; ella se tiraba en la azotea mirando las estrellas y su amo la llevaba a recorrer cada una de ellas, el gato era intrépido y saltando de azotea en azotea obligaba a la pobre niña a seguir su camio oscuro y en lo más alto de un edificio observaban la ciudad juntos, con sus ases de luz, con su movimiento tan estrepitoso, con todo eso que caracteriza a un lugar como aquellos, como la gran ciudad.
Esta noche Nocturno esperaba a su niña en el mismo sitio, en la azotea para que le sirviera el tazón de leche calientita, para llevarla a pasear, esta noche tenía la idea de un nuevo sitio, pero ella nunca apareció; es el segundo día y el gato sigue esperando a su niña , pero ella no llega; es la tercera noche y el gato decide ir en busca de su pequeña, sabe el mundo que si el pudiera haria carteles con tal de encontrarle, de repente en la sala de una casa estaba Mikiko sentada, a su lado un joven que le besaba los labios de una manera tan inquietante; el gato miro celosamente, era él el dueño de la niña y era aquel, el que le comenzaba a arrebatar a la pequeña y dulce Mikiko.
Mikiko, se había olvidado de su amo, ahora decía que ella era la ama de un gato, y el joven que a su lado se sentaba le decía que odiaba a los gatos, Nocturno simplemente escuchaba, ella le besó los labios de nuevo a aquel descorazonado y embaucador tipo, Mikiko prometió no volver a ver al gato, y el joven bajo su mano que dejo escabullir entre las faldas cortas de Mikiko; el gato sintió una furia terrible, pues él sabía que era el amo, él sabia que era suya, y no de él, pero aquel le estaba robando la inocencia a su niña, a su amada niña.
Chillo intensamente el gato y los jovenes amantes se asustaron, ella tuvo tanto miedo (para el gato eso era más que obvio, ella habia perdido su inocencia) en un impulso de rabia y resentimiento el gato se lanzo contra los dos...
Ahí estaba Nocturno, sin mancha alguna pues el color de su pelaje se lo impedía, se lamia una y otra vez las garras filosas
como de pantera o alguna otra fiera, los ojos verdes temibles despedían una mirada matadora... y los cuepos sin vida del Joven y de Mikiko; era su niña y había perdido su inocencia, era mejor hacerla morir a dejarla sufrir y él, él era el culpable del homicidio del gato, el joven fue quien incito que el amo los matara a los dos.
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