Me miré en el espejo una vez más después de tanto tiempo, hacia ya mucho que no me ocupaba de mi; el vestido negro tenía ráfagas de polvo sobre sí, los maquillajes destrozados y removidos, mi rostro no era el mejor, un par de ojos distantes y separados entre sí por una huesuda nariz, los labios resecos y partidos al igual que el resto del rostro pálido, casi inerte casi nada.
Entre tanto mirarme supuse que no había remedio para mi, no quizás para mi no, pero para mi corazón, para mi alma (aun ignorando la existencia de la misma), tal vez para ellos si halla un remedio infalible para restaurar heridas, para resanar fracturas.Tantas veces dije Te amo, tantas veces dijo te quiero, y nunca entendí que simplemente me quería, me quería para ser la servilleta de su mesa, para ser la que respondiera a sus pasiones; y hoy entre sueños rotos, ilusiones perdidas, estoy parada a media colina escalando más alto, pero de nada sirve, de nada sirve sobrepasar su posición si el sueño más preciado se desvaneció, si entre el humo del último cigarrillo que me fumé se fue la vida misma, se fue el amor envuelto en patrañas de gentuza barata.Y no sé él, pero estoy aquí luchando con el recuerdo más ambicioso de su amor, destruyendo cada gota de recuerdo.
En este austero pueblo, no hay nada más en que pensar, sin embargo los sueños se van con cada bocanada de aire fresco y de tinte pintoresco que dejo plasmado en cada uno de los lienzos donde va marcado su nombre, en este sitio, donde las aves cantan cada mañana, en el primer aliento que da mi ser va el deseo de perderme de sus recuerdos, perderme de él, hacer como que esta historia sólo fue un mal sueño, que entre risas y mentiras se acabo, se esfumo al compás de las ondas del mar; el río fluyo, y la noche en que estuve en él mis sentimientos se fueron también, hoy estoy, pero no es el mismo río, no es el mismo que fue ayer, ese ya desembocó en el mar, este que es hoy apenas acaba de bajar.
No me dejes nunca fue el último suspiro de un recuerdo que aún vaga por mis pensamientos; no me dejes nunca me decía porque quería ser él, el primero en marcharse en alejarse de mí, tanto he llegado a desconfiar, que hoy ya no sé si algo de todo lo que vivimos fue real o sólo un juego bien tramado de la estúpida mente de un mediocre niño mimado.
Que fue real, a donde llegamos... creo que ya todo terminó, y si es así ¿qué más se puede esperar? ¿El retorno del gran hombre?¿El perro arrepentido? o a caso una farsa más que prometa un futuro donde no hay nada, de esas que prometen esos hombres sin ideales trazados, de esas que prometen los simples mortales.
Y en este pueblo pintoresco, desde este balcón florido se pierden mis recuerdos, él ya no existe, sólo la esencia de ese amor ingenuo que nació una noche a la luz de la luna y se esfumo no sé en que punto del camino en manos de un hombre sin escrúpulos que no fue el mismo de ayer, y a quien ya no quiero hoy.
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