Camino arrastrando los pies, porque ellos son un reflejo de mis estados de ánimo. Si voy de prisa, si estoy cansado, si estoy feliz. Luego, cuando voy muriendo de amor, no puedo más que agachar la cabeza, distender el peso de mi cuerpo, y dejar que ellos carguen con él, lo mismo que hacen los hombres cuando bajo sus hombros, cargan el ataúd del muerto que jamás despertará.
Mis pies son el reflejo de mi vida. A veces, se cansan antes que mi corazón. Cada huella, cada marca, ellos la conocen bien. Saben que la realidad es dura aunque a veces piense lo contrario, que por más intentos no merece ser transformada, porque los buenos deseos no valen, porque los ideales no son los suficientes.
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