foto por Juan_Chanclas vía @Flickr |
El retorno a la Comunidad.
Vivimos tiempos díficiles, los
movimientos sociales, son polvorines que explotan con fuerza y a las
pocas semanas se van desgastando rápidamente, si bien esto no es el
caso de todos los movimientos, la mayoría de las fuerzas renovadoras
que estallan con fuerza en México, se apagan rápidamente en el
mejor de los casos en cuestión de meses. Paralelamente, los
movimientos se han pacíficado al tiempo que la palabra “ciudadano”
comienza a ser moneda de cambio entre todos ellos. ¿Qué les falta a
los movimientos para progresar?, pareciera que todos recogen un
encono generalizado contra los poderes fácticos, pero al mismo
tiempo carecen de la capacidad de enraízar en una sociedad que los
acoge y al final los rechaza.
Una idea que ha llegado a mi mente
recientemente es la cuestión, sobre si la sociedad está corrompida
en la sustancia o en la Forma. La mayoría de los movimientos
sociales actuales, critícan la Forma de la sociedad mexicana la
desdeñan y la acusan de corrupta. No obstante, estos movimientos no
están excentos de formar parte de la misma sustancia social que los
alimenta, al fin y al cabo “todos somos pueblo”. Si la sustancia
está corrupta, nada puede crecer en el sustrato, nada puede
arraigarse sino a través de la Forma que lo represente. Así los
movimientos sociales, o se desgastan rápidamente o se convierten en
instituciones que absorben en la Forma su causa, la Forma se
convierte en la causa y no en la consecuencia de lo que querían
realizar.
Pero, ¿qué está dañado en el tejido
social?. Uno podría enumerar una serie de posibles factores que
causan esa corrupción de la sustancia social, pero desde mi análisis
muy superficial, todo se puede reducir desde sus expresiones a el
virus causal de la infección: el individualismo. Nuestro sistema
capitalista es un sistema predominantemente individualista, debo
subrayar que no pretendo elevar una crítica al sistema, aunque
inherentemente pudiera serlo, sólo trato de plasmar ciertas ideas
que considero prudentes expresar; luego se basa en la exaltación del
individuo sobre la comunidad, este sistema en el que estamos
insertados y la política económica actual, el neoliberalismo, han
llevado al individuo hasta sus últimas consecuencias. Las bondades
de la reinvidicación del invididuo frente a la sociedad, son varias,
can desde un mayor acceso del individuo a mostrarse en sociedad tal y
como es, hasta el surgimiento entero de nuevas comunidades, y la
presión social sobre el grueso poblacional para aceptar tales
derechos, el individuo es ahora una pieza importante y no sólo un
esclavo de la masa, al individuo se le dió libertad para decidir y
actuar. Podría sonar paradójico el hecho que la “privatización”
del ser haya fomentado el nacimiento de nuevas comunidades, pero es
que en el fondo, el ser humano es un ser social, el individuo nunca
podrá hacer nada por sí sólo, si no pertenece a una comunidad
donde pueda recrearse. La persona fue liberada de la moral social, y
dejada a la interperie, de esta manera puede buscarse a si misma,
porque el sistema le dió esa posibilidad, sin embargo, su fatalidad
es siempre pertenecer a una comunidad.
Como vemos, incluso en el tantas veces
pintado como cruel y desgarrador (que lo es) Sistema Capitalista,
existen beneficios que quizá en regimenes fundados en otros términos
hubiesen fracasado.
Sin embargo, debido a que el sistema
depende del consumo continuo y exagerado de los bienes producidos,
aún cuando son innecesarios para la persona, el individualismo se
acentuó al grado de despojar al ser humano de su caracter social,
negando esta parte estructural del hombre, no sólo se mutila al ser
sino que se inserta una crisis social, sutil, pero profunda.
El sistema se dedicó entonces a vejar
el sentido social del ser humano, la propiedad privada, pudo inciar
como una conquista, pero se convirtió rápidamente en una afrenta a
la propiedad comunal, mientras el valor de la propiedad privada
crecía, la propiedad comunal se desmoronaba, y al ser un sistema
basado en el valor de las cosas, la comunidad en seguida perdió
protagonismo. Se nos educó para la competitividad agresiva y no
asertiva, los valores inherentes a y que habían permanecido grabados
en nuestra consciencia fueron en el mejor de los casos anestesiados,
para poder hacer crecer el naciente sistema. El capitalismo al igual
que el stalinismo y los socialismos autoritarios cayeron en el error
de llevar las cosas a los extremos, causando la muerte de alguna
parte esencial del hombre y en el proceso poniendo en entredicho la
condición humana de los subyugados.
Regresando a la actualidad, con un
individualismo profundo y avasallador, nos encontramos abandonados,
incapaces de tender puentes que no representen una ventaja
competitiva, hemos perdido el sentido de la comunidad, de frente a la
historia de la Rusia comunista, y de Europa del Este, hemos aprendido
a identificar el retorno a la comunidad como el camino al socialismo
o algo peor. Es ahí donde creo que está el problema de fondo de
nuestro México, no se puede hablar de una reconstrucción del tejido
social, mientras el germen de miedo a lo comunitario continue. Peor
aún, más allá de un miedo al totalitarismo, que es infundado, se
mantiene también un desprecio a la comunidad. Tal vez, lo segundo se
deba a que lo comunitario no representa el progreso, creemos de
manera muy equivocada, que la comunidad fue la forma primitiva de la
esixtencia humana, algo a lo que no queremos o que simplemente no se
puede regresar. Incluso la religión cristiana no representa un
regreso a la “edad dorada” como creía Octavio Paz, sino más
bien un individualismo satisfactorio, menos agresivo, después de
todo una religión basada en la salvación individual, no podría
ofrecer una vida eterna comunal.
El país, y los movimientos sociales,
necesitan un cambio, un vuelvo de la Forma a la sustancia para
reconstruir efectivamente el tejido social, el Estado podrá
encargarse de sembrar espacios públicos, poner parques recreativos,
y centros comunitarios, pero sin un sentido de comunidad ese esfuerzo
será una mera máscarada, que terminara como la mayoría de los
programas sociales actuales, en estrepitosos fracasos. Continuidad e
integración son los factores decisivos en la reconstrucción de la
imagen de la comunidad, ya hemos logrado la deidificación del
individuo, excesiva y voraz, ahora pongamoslo en contacto con los
otros dioses que habitan su mundo, demostremonos y demostremoles, que
más que dioses, somos hombres, y animales y contemporáneos a un
tiempo y a un sentir, insertados en un devenir constante.
El retorno a la comunidad es un retorno
necesario, pero más que como un retorno debe ser un avance, una
puesta de acuerdo. Ciertamente esto no hará que los movimientos
sociales cesen, quizás ni siquiera en su explosividad, pero al
tiempo que se vuelcan sobre la sociedad, dejarán de encerrarse en
discos donde acaben por asfixiarse. Hay que destruir la imagen de la
comunidad antigua y bárbara y la imagen de una comunidad roja y
radical que asfixie al individuo, la comunidad no es la pérdida de
las libertades ganadas por el hombre en solitario, sino la suma de
las coincidencias para lograr fines más complejos. El trabajo no
tiene valor si no está insertado en la comunidad, asimismo un
individuo es intrascendente cuando rechaza esa parte que es inherente
a él, la comunidad. Reacios a aceptarlo tendemos a aislarnos,
siempre vamos a estar sólos, somos seres contingentes incapaces de
violar nuestro cuerpo físico, pero podemos recrearnos en nuestros
semejantes.
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