Mérida, una suerte de conglomerado de piedras calizas de color rojizo, gentes chaparras y redondas, extranjeros aguileños y curiosos, razas importadas desde Chihuahua, Tlaxcala, Chiapas, Tabasco y no menos veces del Distrito; no hay que olvidar las casas de bardas hechas de piedras picudas y pesadas y las otras construidas de concreto que se erigen como moles sobre el pavimento, las calles polvosas y llenas de zacate, y el paseo Montejo afrancesado las mayor parte del tiempo y bajado de esa Francia ficticia a sitio de continuas borracheras en carnaval.
Hay que contar la selva engañosa que le crece a la ciudad en todas partes, mitad selva y mitad palo seco se funde a nivel del suelo con sus calles y le niega al ciudadano la sombra.
Mérida esa mole de piedra y de gentes que explota sobre un fondo árido y casi desértico. La ciudad huracanada, la ciudad de la sed eterna.
Ahí está Mérida, creciendo como un manchón poco definido de casi un millón de gentes, pequeña en comparación con otras ciudades del país pero gigante para ese otro país que es el México sureño.
A mi Mérida me recuerda (quizás malamente) a la "Ciudad de los Palacios" de Fuentes, a la que describió en un vitral de historias bajo un mismo cielo. Sólo que, a diferencia de ese México dormido y que ahogaba a una revolución que todavía latía, Mérida no hace más que mirarse a si misma como en un espejo y a veces se halla gorda y se enfada consigo mismo. Mérida no se comprende a si misma, se quiere pueblo, se extraña pueblo y ya no lo es más desde hace mucho. Es ahora el conjunto incongruente de clases enfrentadas que la han definido antes y que ahora la van a definir con más fuerza. Ahora es un conjunto de pueblos interconectados entre sí. La tasa de crecimiento anual duplicó la de los últimos quince años, y llegan nuevas caras (todavía más caras), y se instalan negocios extranjeros, y se crean plazas y puestos, y en la avalancha, las diferencias se ahondan. Mérida Sur y Norte, la futurista y muy ciudad de Mérida y la muy noble y muy leal, la que no tiene más de veinte, la que tiene más de cien y la que coexiste debajo, la de los casi quinientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario