Más que hombre de maíz, los
mesoamericanos somos gente
de milpa. Es la nuestra una
cultura ancestral cimentada en
la domesticación de diversas
plantas como maíz, frijol, chile,
tomatillo y calabaza que se
siembran entreveradas en parcelas
con cercos de magueyes
o nopales, donde a veces también
crecen ciruelos, guayabos
o capulines silvestres y donde
se recogen quelites. Milpas
que junto con las huertas de
hortalizas y de frutales, con los
animales de traspatio y con la
caza la pesca y la recolección,
sustentan la buena vida campesina.
En rigor los mesoamericanos
no sembramos maíz,
hacemos milpa, con toda la
diversidad entrelazada que esto
conlleva. Y la milpa —sus
dones, sudores y saberes— es
el origen de nuestra polícroma
cultura. No solo la rural, también
la urbana; que los pueblos
son lo que siembran y cosechan,
pero también lo que comen y lo que beben, lo que
cantan y lo que bailan, lo que
lamentan y lo que celebran.
Armando Bartra
Una sola mirada, diferentes visiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario