Me gustas cuando callas, justo antes de colgar, cuando en el hilo que culminará en "hasta luego", te decides a tomarte un tiempito, a respirar ese aire que te rodea, (como si te dieras valor), y luego agregas finalmente, "te quiero", luego callas y esperas mi respuesta, que para desgracia tuya nunca llega. Y no es que, amiga mía, no te quiera, es que al final de todo, el quererte es una actividad tan mía y tan personal, tan tremendamente privada que me aterra saber que el público de moscas que a esta cena se invitan, se enteren de la impertinencia mía de quererte.
Estoy loco dirás, que más da que ellas se enteren, al fin moscas, no van a comprender el lenguaje de amor que tus ojos y los míos se dictan en sueños, y sólo en sueños amor, porque ya no te veo, siempre te ví, y ahora que de verdad quiero verte, sólo tengo una voz fría, impávida y a veces asustada, que se replica por el auricular de un teléfono, que no hace más que sumarle hielos a la cosa.
Me gustabas cuando callabas, después de hacer el amor sobre una cama que se aburría de nuestros juegos, y después nos exiliaba, mientras nos condenaba al olvido, o al fracaso. Me gustaba ese instante en que nuestros ojos se buscaban para explicarse que se querían y que eventualmente lo harían bastante tiempo después, (pobres ingenuos).
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