Por Carlos Malbrán
PARA EL CASO DE QUE NO GANEMOS ESTE CAMPEONATO DEL MUNDO
QUERIDO DIEGO, “PELUSA”, “PIBE DE ORO”, “DIEZ”, “DIOS”, “GORDO”:
Quiero hacer memoria, para que no se te olvide a vos, ni a ninguno de los argentinos.
Eras un pibe de la villa miseria de Fiorito. Uno de esos
asentamientos informales, insalubres y laberínticos, de viviendas
precarias en las que se hacinan los desplazados. Síntoma brutal de la
marginación y la pobreza, del que los políticos prefieren no hablar
porque es poner en duda toda la estructura legal del sistema.
Jugabas porque el fútbol es la expansión de los humildes, un acto
atemporal que los saca de las desdichas cotidianas. La vida te había
negado casi todo, y vos, como miles de chicos argentinos, con tus
zapatos rotos, te desquitabas a patadas.
En 1973 alguien te dijo:
- Che pibe, vamos a armar un equipo para jugar en el “Torneo Evita”, ¿Entrás?
Con tus piernas flacas y tu rostro de “negrito”, te convertiste en
la pesadilla del torneo, nadie quería enfrentarte. “Los Cebollitas”,
(así se llamaban), se llevaron la copa y al año siguiente ganaron el
Campeonato de la 8ª División. El conjunto se mantuvo invicto 136
partidos y gracias a que “Los Cebollitas” se convirtieron en una
sensación, conociste Perú y Uruguay, donde los invitaron a jugar. No
tenías 12 años y ya eras campeón.
A alguien se le ocurrió hacerte debutar en las inferiores del Club
Argentino Juniors. Resultó fácil, fue el primer acto ilícito de tu
vida: te cambiaron el nombre y mintieron la edad, agregándote dos años
para que te aceptaran. Algo completamente inútil porque tu brillo era
tal que cuando te vieron jugar, todos preguntaban: ¿Quién ese pibe? ¿De
dónde salió ese prodigio?
Entonces decidieron que era mejor ponerte en el entretiempo de los
partidos de la Primera División para que entretuvieras a la hinchada
haciendo malabares con la pelota. Naciste mago. Siempre la pelota ha
hecho todo lo que querés, ¿O será al revés?
Llegaste a la villa eufórico:
- ¡Mamá, me pagaron!
Doña Dalma te dio un beso y tu padre Diego te regaló una sonrisa y
una palmada afectuosa. Hasta hay un viejo comercial de Coca Cola, donde
se ve a aquel muchachito haciendo maravillas.
La primera vez que figuraste en los diarios, (esos que cada vez que
pueden, intentan destruirte por tus ideas), tenías diez años. El Clarín
decía: “Había un pibe con porte y clase de ‘crack’…”. Este periodista
no sabía que aún faltaban por llenar muchas páginas hablando del “Pibe
de Fiorito”. Porque en dos años ascendiste ocho divisiones en
Argentinos Juniors, de novena a primera, y comenzaste a dibujar tu
historia con goles: en 1978, aunque te consagraste como el goleador del
Metropolitano, el flaco Menotti te dejó fuera de la Selección que ganó
el campeonato porque eras muy niño, pero al año siguiente nos trajiste
la Copa del Mundial Juvenil.
Por ese tiempo, aunque River te quería contratar y te ofreció lo
mismo que ganaba Ubaldo Fillol, el jugador mejor pagado de entonces,
decidiste jugar para Boca, que estaba en serios problemas económicos y
no podía comprar tu pase. Nos hiciste campeones, pero duraste poco.
Europa siempre ha pagado mejor y te fuiste al Sevilla y después al
Nápoles.
El Mundial de México 86, siempre será recordado como “el Mundial de
Maradona” y podría escribir muchas páginas con las emociones que nos
hiciste vivir, porque cada vez que mandaste la pelota al fondo de la
red, no era un gol de Maradona, era un tanto de desquite de todos los
humildes de tu pueblo.
La FIFA, aún a regañadientes, (los oligarcas del fútbol no te
quieren Diego) tuvo que elegirte como al mejor jugador del siglo XX.
Para nosotros significas mucho más. Siempre recordaré cuando como
consecuencia de haber caído en los abismos de la droga, te tuvieron que
internar de urgencia y una multitud angustiada hizo intransitable
cuadras enteras en torno al hospital. Alguien puso un gran cartel: “El
cielo tiene que esperar”, otro decía: “Siempre vivirás, Dios no quiere
competencia.”, otro: “Jesús resucitó una vez. Vos, miles.”, y quizá el
más significativo rezaba: “Diego, no aflojés que vas a salir. No podés
perder. No te olvides que Maradona juega para vos.”
Saliste de la droga como también te levantaste de cada golpe que te
dieron en la cancha, pero los medios internacionales siempre
magnificaron tu adicción a las drogas y cada error que cometías, porque
lo que no te perdonan es que a pesar del dinero, la fama y la gloria,
nunca olvidaste al pibe de la villa de Fiorito y que cada uno de tus
mensajes políticos mueva la conciencia de los pobres y explotados del
mundo.
El mercado puede aceptar que seas un genio del fútbol, pero no que
te hayas convertido en la compensación para una sociedad frustrada por
varias dictaduras militares y desgastada por el accionar de políticos
corruptos.
Se acepta, ¿qué otro remedio les queda?, que seas un campeón, más no
que reflejes los sentimientos de los despojados que necesitan creer que
Dios no está tan lejos.
Eso no te lo van a perdonar nunca Diego.
La FIFA no te puede perdonar que promuevas la sindicalización de los
jugadores, a los que llamas “los obreros del fútbol”, porque eso
echaría por tierra un negocio que mueve millones de dólares cada cuatro
años.
Si Maradona dona una escuela, o promueve una colecta para los niños
pobres con parálisis, no saldrá en la primera plana de ningún periódico
del mundo, porque lo imperdonable no son estos actos en sí, sino que lo
hagas siempre diciendo que sólo estás devolviendo algo de lo que los
poderosos roban a la gente.
Demagogo, populista, oportunista, drogadicto, son los calificativos
aconsejados por los señores de la SIP para poner junto a tu nombre.
Como también aconsejan destacar siempre las declaraciones del señor
Pelé, porque ese si es “bueno”. Se coloca debajo de un cartel de alguna
firma de productos deportivos, que por supuesto le paga, para
reivindicar siempre al sistema y defender sus intereses. De eso vive.
No te van a perdonar tus visitas a Chávez, o que tengas al Ché tatuado en tu hombro.
La única vez que te tuve cerca fue cuando en noviembre de 2005, con
motivo de la Cumbre de Presidentes de Mar del Plata, nos invitaste a ir
a repudiar la presencia de Bush en la Argentina.
Los grandes diarios del mundo, no publicaron en estos días la foto
de la Selección Argentina despidiéndose rumbo a Sudáfrica con una gran
pancarta que decía: “Apoyamos a las abuelas de Plaza de Mayo para el
Premio Nobel de la Paz”. Ni tampoco la noticia de que recibiste en
Pretoria a Estela Carlotto con un gran abrazo.
Eso no se perdona Diego.
El fútbol, vos lo sabés mejor que nadie, es un juego impredecible y
como bien declaraste: “No hay favoritos. Cualquiera te puede clavar la
pelota en el ángulo y todo lo que hiciste… Chau”. Todo es posible, pero
por todo esto y mucho más quiero decirte que si eso sucede, no te hagas
ningún problema, porque con nosotros ya cumpliste.
Gracias por ser Maradona.
Gracias por ser nuestra alegría y nuestra esperanza.
Gracias por no olvidar al pibe de Fiorito.
Gracias por representarnos siempre a todos con dignidad.
Gracias campeón.
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2 comentarios:
No lo sé. De que el hombre tiene sus ideas fijas y las defiende eso sí. Pero a mi gusto, es de las personas más mediatizadas en el mundo, creo que hay límites y Maradona como figura pública ya los sobrepasó. Mira, que compararlo con Dios y hasta celebrar rituales en su nombre, no lo sé... A mí, como a muchos, no nos ha enseñado nada. Es decir, ¿Qué ofrece Maradona para quienes no somos fan del fut bol? No es un estudiosos que constantemente arroje nuevos conocimientos en pro de la humanidad, para qué tanta algarabía
Jejeje tienes razón Roja, sólo que a nosotros los que nos gusta el fútbol, admiramos que personas como Maradona no sólo se queden arriba mirando hacia abajo, sino que denuncien, que vayan más allá del fútbol.
=D
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