Siempre me pareció indigno que gobernantes, ya sean nativos o «gente de fuera» de la que hoy abunda en el gobierno estatal de Jalisco, aceptara quitarles la tierra y el agua a los jaliscienses, para entregarla a León, Guanajuato.
Todo en los semiáridos Altos de Jalisco. Me pareció canallada cuando intentaron sepultar bajo las aguas a San Nicolás, en las cercanías de Jalos. Me parece del todo absurdo e indigno hoy que intentan ahogar a los habitantes del histórico poblado de Temacapulín, en Cañadas, que debe dejar de ser «de Obregón».
Son aguas del Río Verde. Un río que nace en Aguascalientes y corre por tierras de Jalisco, hasta unirse y contaminarse con el Río Santiago, allá en tierra de Chente, en Huentitán.
Río antes reconocido para Jalisco, por la autoridad federal. Luego, de plano cedido a León, Guanajuato, sin la mínima protesta de los machos de Jalisco.
Después, para taparle el ojo al macho, se sacaron de la manga la explicación de que era «agua también para Los Altos y para Guadalajara con el fin de no sacarle a Chapala».
¡Ah, maestros del engaño y la mentira! Sólo les faltó decir que era agua para los niños pobres de Nigeria que quedaron eliminados del mundial.
En San Nicolás no pudieron, cuando Paco, por la férrea oposición de los habitantes presentes y de los hijos ausentes que cuentan y mucho.
Ahora, en Temacapulín supusieron tenerla blandita. Pero cayeron en pesado.
Temacapulín es sitio histórico. Ahí fue donde el Reino de la Nueva Galicia, rindió ante su igual, el Reino de la Nueva España y se acabó la igualdad entre jaliscienses y chilangos. De ese tamaño es el espacio que pretenden inundar.
Ahí también está un santuario a la Virgen que no es cualquier templo católico y que no se moverá.
Si tanto les urge llevar agua a León, pipas y garrafones les sobran, para saquear el agua de Jalisco, sin afectar ahogando a sus habitantes.
Temacapulín vive. Temacapulín, vivirá. Jalisco que ahora pierde, arrebata.
Gregorio González Cabral
Ocho Columnas
Una sola mirada, diferentes visiones.
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