Tres disparos fueron lanzados al aire mientras un millar de artesanos tomaban las calles en busca de una solución. Tres disparos dejaron clara la postura de que el estado mexicano no está dispuesto a negociar. Tres disparos iniciales provocaron la retirada de los artesanos, quienes corrieron con todas sus fuerzas para salvar su vida. El caos domina la ciudad. Las tanquetas van y vienen por las calles del Distrito Federal, la capital de este país.
El ambiente es tenso. Ha pasado mucho tiempo, desde que los habitantes de esta ciudad, recuerdan con temor la agresión por parte de los militares. Aquel dos de octubre de 1968 es imborrable todavía para muchos mexicanos. Por eso hoy el silencio envuelve la ciudad, los disturbios han cesado, pero este orden repentino no parece prolongarse demasiado. El descontento popular aumenta y las manifestaciones de los últimos días han ido creciendo, mientras se agudiza la carestía y la falta de empleo debido a que el gobierno mexicano, con la decisión de eliminar los empleos artesanales, ha quebrantado la armonía de gran parte de las familias mexicanas que en medio de la globalización, aun se mantenían firmes en su forma de trabajar.
La determinación del gobierno al dar preferencia a un centenar de industrias a cargo de quince empresarios mexicanos quienes controlan gran parte de la economía, será enfrentada hasta sus últimas consecuencias según los artesanos y sus familias. Los hechos ocurridos hasta el día de hoy, más la profundización de la violencia por la guerra contra el narcotráfico que ha emprendido el presidente de la república, han causado una atmosfera de inestabilidad y zozobra en todo el país. Pocos son los que piensan que habrá una salida fácil, mientras los niños deambulan por las calles, intentando jugar entre las calles, pues a veces suena la bocina de alarma y tienen que marchar lo más rápido posible a sus casas, para encontrar refugio e intentar soñar con un futuro mejor.
Una sola mirada, diferentes visiones.
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