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La música empieza, con ritmo constante...¿como expresar lo inexpresable?...continua, y los instrumentos se van sumando al unísono, comienza una música delirante y embriagante que enciende todos y cada uno de los sentidos que considero podría tener un ser humano, la música adelanta su ritmo, empieza a galopar y se enciende una llama,... la necesidad imperante y casi mística de fundirse con la música es terriblemente grande, es infinita, es universal....La música electriza la habitación y los objetos flotan ingrávidos, sostenidos por las notas vibrantes de violines orquestados en una sinfonía increíblemente sacra y profana...no hay más, la muerte misma del individuo, su ingravidez, su soledad, el amor derramado desde una copa altísima. Con brío, todo se agita, todo se une, todo canta, es una sensación terrible, como caer en el vacío y a la vez increíblemente grande. Hay ilusiones que pasan frente a nuestros ojos, historias de otros mundos que se desarrollan y que mueren, hay muerte y vida condensada en las notas extrañas, rítmicas y terriblemente encendidas de música que flotan sobre todo el mar de emociones. Las olas continúan en el momento justo en que el individuo deja de ser, el ser desaparece y se funde con el objeto...¿como terminar tal orgía de dialécticos sentimientos?...la música te eleva hasta el punto en que has muerto y estas vivo...y luego simplemente desaparece, y las cosas caen rotas y desnudas sobre su anterior posición y abres los ojos y estas vivo...y hacía 1 segundo estabas muerto...
Una sola mirada, diferentes visiones.
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