Abandonaron el restaurante y él, sin ofrecerlo ni imponerlo, la acompañó hasta el hotel. Al despedirse, ella le dijo con una sonrisa acogedora y levemente irónica: -Bueno, mi capitán, ya tendré noticias suyas. Recuerde que en sus manos descansa mi futuro-.
Él se quedó un momento absorto frente a la puerta giratoria por la que había desaparecido Warda. Regresó al barco y, sin desvestirse, se tiró en la litera a tratar de reconstruir cada rasgo de ese rostro, cada tono de esa voz, que lo sumían en un hipnotismo de filtros que iban a perderse en el pasado de su raza de magos y santones, de guerreros y navegantes sin estrella.
Álvaro Mutis
La última escala del Tramp Steamer
Una sola mirada, diferentes visiones.
2 comentarios:
wao wao, ya decía yo Alvaro Mutis. Tanto tiempo sin leer ese fragmento. Estupendo.
Sí Furlan, estoy emocionado, me tuve que deborar la lectura, no podía quedarme con la duda, tenía que salir, realmente la disfruté.
Saludos !!!
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