Se anuncia, con bombo y platillo,
que Javier el Chicharito Hernández ha sido comprado por el
equipo de balompié inglés Manchester United. Se habla de sus cualidades
futbolísticas, de su tesón y empeño, de la agilidad financiera y
mediática de Jorge Vergara, el dueño de las Chivas, club que colocó al
jugador mexicano en el conjunto inglés. En la mayoría de los periódicos
nacionales aparece la foto del Chicharito, sonriente, mostrando
la camiseta roja del equipo británico. En los noticieros de televisión
se retoma el tema, se hacen análisis de las posibilidades de que el
Chicharito sea titular, se dice que “qué bien”, que “maravilloso”,
que “lo mejor”.
II
Dos semanas de una inusitada cobertura periodística. Análisis y programas especiales, mesas redondas, entrevistas con los involucrados en el caso y con “especialistas”. Que si sí, que si no, que si tal vez. En los noticieros de televisión se le otorgan cinco, diez, hasta quince minutos a la nota. Es el tema nacional. La gente habla en las calles de él: “¿la mató la mamá?”, “¿o fue el papá?”, “¿y las nanas?”. Sí, el caso de la muerte de Paulette Gebara Farah ha tomado las redacciones de buena parte de los medios de comunicación. Parecería que es el único tema. O al menos, el más importante.
Una novela: estaba en la cama muerta y nadie se dio cuenta, ni las niñeras ni los padres ni las personas que durmieron ahí, en esa cama, ni los entrevistadores que ahí hicieron su trabajo. Nadie. Hay hipótesis. Sólo eso, hipótesis. El Procurador del Estado de México, Alberto Bazbaz, quien es el encargado de esclarecer la muerte de la niña, argumenta que el caso se solucionará “científicamente”. Pasan los días y la novela se alarga. Pocas son las críticas a las autoridades mexiquenses por la manera tan ineficiente de llevar el caso. Llega el extremo que instituciones extranjeras, como la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés), coadyuven en el caso. Esto es: se declara que la investigación policiaca en el Estado México es un fracaso. Un rotundo y completo fracaso.
III
¿Cuánto se oculta bajo estas noticias? ¿Cuántas muertes pasan desapercibidas en los medios de comunicación? Vivimos en un país extraño, un país sumido en el miedo, en la violencia desatada, en el Ejército ayudando a un cártel a controlar una ciudad (y cuando dicho cártel gana la plaza, el Ejército se retira). Un país bañado de sangre y oliendo a inseguridad. Un país hecho añicos en sus esperanzas y en sus perspectivas de futuro. Pero eso vale de poco, porque lo que importa es el lamentable caso de una niña muerta y el traspaso de un jugador de fútbol a un equipo inglés. ¿Y más allá de eso? El silencio. El puro silencio.
¿Por qué en buena parte de los medios de comunicación (especialmente los electrónicos) no se emprenden reportajes y entrevistas sobre la “guerra contra el narco”? ¿Por qué no se da un montón de tiempos aire, en cadena nacional, a los asesinatos de una familia a manos del Ejército?, ¿por qué no gastar la tinta y las fotografías en los familiares de quienes han pedido la vida en la guerra iniciada por Felipe Calderón? ¿Por qué no mirar cómo, abajo, en las entrañas de este país, la gente vive con miedo?
IV
Martín y Bryan Almanza Salazar, de nueve y cinco años, respectivamente, murieron por balas del Ejército Mexicano. Iban con su familia a Matamoros a vacacionar. Pasaron por un retén militar y un elemento castrense les hizo la seña de que pasaran, y pasaron. De repente, los apostados en el retén comenzaron a disparar hacia el vehículo donde iba la familia de Bryan y Martín Almanza Salazar. Ellos murieron y su padre y tío resultaron heridos. La Secretaría de Gobernación y el gobernador de Tamaulipas adujeron que los asesinatos de los dos niños se dieron en un “contexto de agresión”, es decir, en “fuego cruzado”: error de cálculo, pues. La versión de los familiares sobrevivientes (quienes ya han sufrido intimidación de elementos del Ejército Mexicano) es muy distinta: dispararon y ya, no había fuego cruzado.
A los asesinatos de Martín y Bryan Almanza, los medios de comunicación (especialmente los electrónicos), les dieron poca cobertura informativa. Algunos ni los mencionaron. Esos espacios informativos los llenan las declaraciones de la mamá, el papá y las nanas de la niña Paulette Gebara, además, claro está, de la contratación del Chicharito Hernández por un club inglés. Son los temas en la agenda informativa de esos medios (parecería que los únicos temas). Del asesinato de niños por miembros del Ejército Mexicano, pocos hablan; no hay despliegues informativos ni entrevistas exclusivas, tampoco mesas de debate ni especialistas reconstruyendo los hechos. Con las muertes de los niños asesinatos en Tamaulipas se les llena de silencio la boca.
jorge_naredo@yahoo.com
II
Dos semanas de una inusitada cobertura periodística. Análisis y programas especiales, mesas redondas, entrevistas con los involucrados en el caso y con “especialistas”. Que si sí, que si no, que si tal vez. En los noticieros de televisión se le otorgan cinco, diez, hasta quince minutos a la nota. Es el tema nacional. La gente habla en las calles de él: “¿la mató la mamá?”, “¿o fue el papá?”, “¿y las nanas?”. Sí, el caso de la muerte de Paulette Gebara Farah ha tomado las redacciones de buena parte de los medios de comunicación. Parecería que es el único tema. O al menos, el más importante.
Una novela: estaba en la cama muerta y nadie se dio cuenta, ni las niñeras ni los padres ni las personas que durmieron ahí, en esa cama, ni los entrevistadores que ahí hicieron su trabajo. Nadie. Hay hipótesis. Sólo eso, hipótesis. El Procurador del Estado de México, Alberto Bazbaz, quien es el encargado de esclarecer la muerte de la niña, argumenta que el caso se solucionará “científicamente”. Pasan los días y la novela se alarga. Pocas son las críticas a las autoridades mexiquenses por la manera tan ineficiente de llevar el caso. Llega el extremo que instituciones extranjeras, como la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés), coadyuven en el caso. Esto es: se declara que la investigación policiaca en el Estado México es un fracaso. Un rotundo y completo fracaso.
III
¿Cuánto se oculta bajo estas noticias? ¿Cuántas muertes pasan desapercibidas en los medios de comunicación? Vivimos en un país extraño, un país sumido en el miedo, en la violencia desatada, en el Ejército ayudando a un cártel a controlar una ciudad (y cuando dicho cártel gana la plaza, el Ejército se retira). Un país bañado de sangre y oliendo a inseguridad. Un país hecho añicos en sus esperanzas y en sus perspectivas de futuro. Pero eso vale de poco, porque lo que importa es el lamentable caso de una niña muerta y el traspaso de un jugador de fútbol a un equipo inglés. ¿Y más allá de eso? El silencio. El puro silencio.
¿Por qué en buena parte de los medios de comunicación (especialmente los electrónicos) no se emprenden reportajes y entrevistas sobre la “guerra contra el narco”? ¿Por qué no se da un montón de tiempos aire, en cadena nacional, a los asesinatos de una familia a manos del Ejército?, ¿por qué no gastar la tinta y las fotografías en los familiares de quienes han pedido la vida en la guerra iniciada por Felipe Calderón? ¿Por qué no mirar cómo, abajo, en las entrañas de este país, la gente vive con miedo?
IV
Martín y Bryan Almanza Salazar, de nueve y cinco años, respectivamente, murieron por balas del Ejército Mexicano. Iban con su familia a Matamoros a vacacionar. Pasaron por un retén militar y un elemento castrense les hizo la seña de que pasaran, y pasaron. De repente, los apostados en el retén comenzaron a disparar hacia el vehículo donde iba la familia de Bryan y Martín Almanza Salazar. Ellos murieron y su padre y tío resultaron heridos. La Secretaría de Gobernación y el gobernador de Tamaulipas adujeron que los asesinatos de los dos niños se dieron en un “contexto de agresión”, es decir, en “fuego cruzado”: error de cálculo, pues. La versión de los familiares sobrevivientes (quienes ya han sufrido intimidación de elementos del Ejército Mexicano) es muy distinta: dispararon y ya, no había fuego cruzado.
A los asesinatos de Martín y Bryan Almanza, los medios de comunicación (especialmente los electrónicos), les dieron poca cobertura informativa. Algunos ni los mencionaron. Esos espacios informativos los llenan las declaraciones de la mamá, el papá y las nanas de la niña Paulette Gebara, además, claro está, de la contratación del Chicharito Hernández por un club inglés. Son los temas en la agenda informativa de esos medios (parecería que los únicos temas). Del asesinato de niños por miembros del Ejército Mexicano, pocos hablan; no hay despliegues informativos ni entrevistas exclusivas, tampoco mesas de debate ni especialistas reconstruyendo los hechos. Con las muertes de los niños asesinatos en Tamaulipas se les llena de silencio la boca.
jorge_naredo@yahoo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario