Y ¿a dónde se fueron los caballos? porqué nos abandonaron a los de acá, a los del olvidado oriente de la ciudad. Sí ya sé, ahora se ven mejor por aquellos rumbos, rodeados de automovilistas que a ritmo de los claxon los pueden admirar. Pero nosotros, los que crecimos con ellos, los que íbamos siempre felices por las calles del centro tapatío rumbo al parque Morelos con la idea de saborear una rica nieve y correr entre jardines pronto desaparecidos por una Villa Panamericana inexistente. Nosotros, los extrañamos y nos dejaron las puras rocas con sus picos para no brincar siquiera en el pasto...
Una sola mirada, diferentes visiones.
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