Darkness por Roberto F. vía Flickr |
Son las dos de la tarde con treinta minutos y camino sobre las 5 cuadras que hacen falta para llegar a mi casa, a mi derecha, un colegio colmado de estudiantes que se divierten con un balón, juegan futbolito en la tienda de la izquierda, fuman, o se besan sobre la acera. El día, pienso, me fatiga, alzo la vista al cielo para intentar distraerme de la intransigencia de la vida humana y descubro que el cielo azul vívido y esperanzador que me saludaba hacía unos días, está más avejentado, triste, carente de sentido es un manchón azul pálido con nubes grises que se mueven erráticamente. Me asusto un poco y suspiro, miro mis pies, caminan cansados sobre un asfalto irregular y decadente, aquél pensamiento atraviesa mi cabeza de nuevo, la luz me fatiga, me destruye, me agobia, la risa me parece abyecta, la vida pierde de nuevo su lucidez y se vuelve un disco que gira sin control, en una atmósfera ingrávida, repaso con la mirada a mis vecinos de caminata, me parecen todos iguales, afanados en un mundo de luz, atrapados, que rehuyen de su lado oscuro, le tienen miedo, ¿lo han domado?, me respondo inmediatamente que no, sólo lo mantienen oculto en lo profundo de sí mismos, y lo miran con recelo, y cuando se ven en ese espejo, se asustan y desean su muerte...¡pobres diablos!, y continúo mi caminata.
La luz atraviesa mi cuerpo,mi mente y mi alma pero es muy tarde, me he dado cuenta de lo que sucede, una vez más y desde hace bastante tiempo, mi lado oscuro está de nuevo aquí, ha despertado y reclama su espacio, me reclama a mi y me domina, y yo, yo le saludo gustoso, salgo a su encuentro y no le doy la espalda como harían otras gentes. La oscuridad está aquí y es más fuerte que antes, está sedienta de venganza, quiere segar otras oscuridades, intenta con todas sus fuerzas tomar el control de mi, incluso cuando la luz es más que evidente, no es soledad, es más peligrosa y me asusta, vivo con ella pero no para ella, y cada cosa que le niego a esa parte oscura de mi alma, es un paso más hacia el precipicio de la incertidumbre, y sin embargo sé que no la puedo satisfacer como quisiera, no aprendí a saciarla, y cada vez está más hambrienta.
Volveré a la noche, a abrazarla, a retozar entre sus brazos, a esconderme debajo de los faroles, a aspirar frío y estrellas en una misma bocanada, a revisar callejones, a lanzar miradas vacías, a caminar con las manos en los bolsillos y la mirada perdida, respirando humo y hollín, a saborear la melancolía, la soledad, la falta de luz, a reír llorando...
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