Para
Eduardo Galeano, la vida es una caja de sorpresas. Y aunque esté
acostumbrado a ellas, quizás le hayan sorprendido la cantidad y
variedad de interrogantes que los lectores de BBC Mundo le plantearon.
En sus respuestas es posible conocer un poco más al hombre y al escritor que durante más de 40 años ha hecho reflexionar a millones de personas sobre el estado del mundo.
“Escribo para quienes no pueden leerme, porque los libros están tan caros que de aquí a poco se venderán en las joyerías”, dijo con su habitual tono crítico.
El autor uruguayo se disculpó por no haber podido responder a más preguntas por motivos de tiempo. Sin embargo, hay mucho para leer y para descubrir sobre su pensamiento y su forma de ver la vida.
Del buen fútbol
¿Cuáles son los ingredientes que usa en su vida para mantener el entusiasmo y la felicidad? Deberíamos embotellarlos y distribuirlos, eso sí, sin patente. Esther, Zaragoza, España
Embotellarlos, no puedo, porque se evaporan fácil. Lo que tienen de bueno es que regresan siempre, aunque a veces parece que se fueron para siempre. Regresan no sé por qué. Supongo que por gentileza de Dios o del Diablo.
Escribo para quienes no pueden leerme, porque los libros están tan caros que de aquí a poco se venderán en las joyerías.
Escribo para los amigos que todavía no conozco. Los que conozco ya están hartos de escucharme.
Le cuento que no tengo dinero para comprar libros y tampoco hay librerías en donde los vendan. Por eso no sé que preguntarle. Sólo se me ocurre: ¿qué siente de tanto escribir y escribir, cuando al final el mundo sigue más o menos igual o peor? Jesús, Huancayo, Perú
La verdad, ni yo me entiendo. Escribo para quienes no pueden leerme, porque los libros están tan caros que de aquí a poco se venderán en las joyerías. Pero eso sí, créame, las palabras viajan caminos misteriosos, y andan por donde ellas quieren, sin pedir permiso.
¿De qué equipo(s) de fútbol es hincha? (En Uruguay y en el mundo) Camilo Rueda, Bogotá, Colombia
Todavía soy hincha de Nacional, aquí en el Uruguay, el club de mis amores desde mi más tierna infancia, pero sobre todo soy hincha del buen fútbol, y cuando ese milagro ocurre, lo agradezco sin mirar el color de la camiseta. Y si el buen fútbol proviene de un club chiquito, casi desconocido, pues mucho mejor todavía.
La vida según Galeano
En alguna parte dijiste que te caes y te levantas varias veces al día. Yo, en cambio, no sé como levantarme cuando tropiezo. ¿Cómo lo haces? Alejandro, Quito, EcuadorTe parecerá una tontería, pero de veras te juro que pienso: Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas. Yo soy caminante, a la orilla del río que llamamos mar, aquí en Montevideo, camino horas de horas, y las palabras caminan dentro mio y conmigo. A veces se van, y me cuesta seguir solo, sin ellas.
En cuatro palabras, no en una: Una caja de sorpresas.
¿Con que sueña? ¿Tiene un sueño recurrente? Rita Corbo, Montevideo, Uruguay
Mis sueños son de una mediocridad inconfesable. Los que más se repiten son los más estúpidos, pierdo un avión, discuto con un burócrata, cosas así. ¿Qué feo, no? Me consuelo recordando aquellos versos de Pedro Salinas que dicen que “los sueños son verdaderos sueños cuando se desensueñan, y en materia mortal encarnan”.
¿Escribís tomando mate? Camilo Melgar, Ciudad de Guatemala, Guatemala y Viena, Austria
No, ya no tomo mate. Tuve que dejar, hace años, como he dejado también el cigarrillo, que tanto me acompañó durante tanto tiempo. Ahora escribo con cerveza, o algún otro trago. Y mientras escribo, hablo solo, en voz alta. Quien me ve de lejos cree que soy un borracho perdido. Perdido soy, quizá, no sé; pero borracho no. Me gusta beber y por eso no me emborracho: el trago exige que no le falten el respeto.
¿Por qué la gente sigue creyendo aún en Dios? ¿Consideras que esta creencia retrasa al ser humano? Pedro Freire Alvarado, Guayaquil, Ecuador
Dios es el nombre que damos a la fe, y por eso es múltiple, aunque muchos crean que la diversidad de la fe es una herejía digna de castigo.
Política, globalización y América Latina
¿Qué opina del Premio Nobel recibido por Barack Obama? ¿Cómo se justifica recibir ese Premio? Martín, Gálvez, ArgentinaMe pareció un chiste de mal gusto. Pero nada tiene de raro, teniendo en cuenta que hace un siglo el Premio Nóbel de la Paz fue concedido a Teddy Roosevelt, un enamorado de la guerra, que hasta escribió un libro proponiendo la guerra como remedio de la cobardía y la debilidad de los machos en el mundo.
Yo no creo en los optimistas full-time. Esos son farsantes o ciegos.
Antes de que se inventara esa horrible palabra, globalización, que designa a la dictadura universal del dinero, existía otra, linda, generosa, la palabra internacionalismo. Yo la sigo prefiriendo. Para mí, sigue significando algo así como que podemos ser compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.
Nuestra América toda, ¿tiene posibilidades de sanar? María Gloria González Sánchez, Venezuela
Claro que sí. Tan enferma no está, si se compara. Todavía tenemos, por ejemplo, capacidad de locura, que es el síntoma infalible de la buena salud.
El mundo ¿al revés?
Me gustaría saber como ve usted este siglo veintiuno ¿con pesimismo? ¿Con optimismo? Javier, Brisbane, AustraliaYo no creo en los optimistas full-time. Esos son farsantes o ciegos. Yo soy optimista y pesimista también, según la hora y el día, creo y descreo, celebro y lamento este tiempo nuestro y este mundo que nos ha tocado. Cada tiempo tiene su contratiempo, es verdad, pero también es verdad que cada cara contiene su contracara. La contradicción es el motor de la vida: de la vida humana y de todas las otras vidas.
Asumir eso me ayuda a no arrepentirme de mis tristezas, de mis bajones, de mis malas músicas: ellas son partes inseparables de mí.
No tengo más talento que el que proviene de la experiencia: el mucho trabajo que cada día me tomo persiguiendo palabras que huyen.
No sé, no creo en las fórmulas mágicas. Simplemente sé, por experiencia, que vale la pena que la gente se una para pelear juntos por las cosas en las que vale la pena creer. De a uno, solitos, poco o nada podemos hacer. Y más, te digo: no hay que desalentarse tan fácilmente. Si las cosas no salen como uno quisiera, bueno, hay que aprender el arte de la paciencia, hay que aceptar que la realidad cambia al ritmo que ella quiere, y no al que uno decide que ella debe cambiar. “Si la realidad no me obedece, no me merece”, dicen, o al menos creen, algunos intelectuales. Yo no.
¿Qué hacer ante la desazón y la impotencia después de leer sus escritos? ¿Qué soluciones usted plantea a la dominación y explotación que hemos sufrido desde siempre? Alexandra, Colombia
Yo no vendo recetas de la felicidad, y te recomiendo que no creas en los bandidos que las venden. Tampoco creo en los dogmáticos religiosos o políticos que venden certezas. Para mí, las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas cada mañana.
Si hoy entrara en una máquina del tiempo, y ésta lo llevara cien años hacia el futuro, ¿qué cree que encontraría al salir de ella? Manuel Burgos, Albuquerque, EE.UU.
No tengo la menor idea, ni quiero tenerla. Cada vez que una gitana se me acerca, y me atrapa la mano para leerme el futuro, le pido que por favor no cometa esa crueldad. Lo mejor que tiene el futuro es que tiene mucho misterio.
La izquierda de Galeano
¿Qué es para usted la izquierda? Acaso esa dicotomía de izquierda versus derecha no caducó en la década del 70? ¿Hasta cuándo el mal de muchos será culpa de unos pocos “malvados”? ¿Hasta cuándo seguirá vendiendo la victimización cómo táctica para la transformación social? Jairo Zabala, CaracasLa culpa es de todos, nos dicen los culpables de que las relaciones humanas se hayan envenenado y los culpables de que nos estemos quedando sin planeta. Razón tenía doña Concepción Arenal, mujer luminosa, que se recibió de abogada disfrazada de hombre, con doble corsé, y tuvo el coraje de decir lo que los hombres decían, allá por los mediados del siglo XIX: “Si la culpa es de todos, es de nadie. Quien generaliza, absuelve”.
Uno sobrevive en los demás: en la memoria y en los actos de los demás.
El siglo XX divorció la justicia y la libertad. La mitad del mundo sacrificó la justicia en nombre de la libertad, y la otra mitad sacrificó la libertad en nombre de la justicia. Esa fue la tragedia del siglo pasado. El desafío del siglo presente consiste, creo, en unir a esas hermanas siamesas que han sido obligadas a vivir separadas. La justicia y la libertad quieren vivir bien pegaditas.
¿Como hacer que el mundo entienda la diferencia entre la verdadera izquierda identificada con el pueblo, de la demagoga, como la burocracia soviética o cubana? Hugo Sosa Ferreyra, Playa del Carmen, México
Cada cual lo entiende a su modo y manera, y a su modo y manera actúa. Yo soy muy respetuoso de las ideas y de las vidas de los demás.
¿No cree usted que las palabras “pobre” y “gratis” han creado una mentalidad resignada en las gentes deprimidas puesto que, por esperar todo gratis de “papá gobierno” hacen muy poco o nada por superar sus condiciones de vida y prefieren seguir viviendo en la pobreza? Ricardo Miranda, Montreal, Canadá
La caridad puede producir, a veces, algo de eso. La caridad es vertical, da limosnas, siembra malas costumbres, como la holgazanería. Además, es humillante. Como dice un proverbio africano, la mano que da está siempre arriba de la mano que recibe. Pero las relaciones de solidaridad, que son horizontales, generan respuestas completamente diferentes.
Galeano, el escritor
Siempre me pregunté cómo hace para encontrar combinaciones tan felices de palabras, palabras que uno escuchó (y escribió) cientos de veces, y que cuando usted las junta parecen un idioma nuevo. Alejandra, Rosario, ArgentinaGracias mil por el piropo. Sólo puedo decirte que ninguna hada visitó mi cuna. No tengo más talento que el que proviene de la experiencia: el mucho trabajo que cada día me tomo persiguiendo palabras que huyen.
A casi 40 años de “Las Venas Abiertas de América Latina”, ¿ha pensado en escribir una segunda parte? Oscar González, Campeche, México
En realidad, todos escribimos un solo libro, que va cambiando y se va multiplicando a medida que la vida vive y el escritor escribe. Para mí, “Las venas” fue un puerto de partida, no un puerto de llegada. Desde ahí, creo, multipliqué mi visión del mundo.
¿Qué opinión le merece el libro “Manual del perfecto idiota latinoamericano” y su intento por refutar lo expuesto por usted en “Las venas abiertas de Ámerica Latina”? Juan Francisco De León, Tepoztlán, México
No tengo opinión, pero sólo puedo desear lo mejor a los autores de ese libro: que dentro de cuarenta años, su obra esté tan viva que otros autores escriban un libro para atacarla.
A lo largo de estos últimos años, ¿ha visto usted alguien (o un colectivo) que le siga la posta, que de algún modo continúe una obra como la suya? Ray Edson Hurtado Romero, Cochabamba, Bolivia
Somos todos gotitas de algún río, brisas de un viento que no acaba cuando la propia vida acaba, pedacitos nomás, momentitos apenas, y no más que eso: no creo en otra inmortalidad más que en esa. Uno sobrevive en los demás: en la memoria y en los actos de los demás. Y uno no conoce a esos anónimos autores de la continuidad más allá de la muerte.
Una sola mirada, diferentes visiones.
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