Atlas salió con el pie izquierdo desde que el arbitro dió el silbatazo inicial. Desde los primeros segundos, Atlas no se dió tiempo para pensar que estaba en la cancha, que el partido había comenzado, que la afición estaba ansiosa de ver los goles en el arco rival. Pero no, ayer las cosas no se dierón, el plan falló desde el inicio, la mala suerte rondó en la cancha todo el partido.
Y entonces apareció el negocio, en plena crisis en el país, el boleto del clásico tapatío era practicamente el sueldo de una semana completita. Quizá el fútbol hizo justicia divina, pues el estadio lucío vacio, siendo el encuentro más esperado del torneo. Quizá lo mismo le hubiera pasado al Guadalajara, al fin de cuentas, la factura se cobra con los aficionados.
Pero ¿Por qué los mejores partidos se dan cuándo el estadio no se llena?
Una sola mirada, diferentes visiones.
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