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Por Carlos Fazio (*) Prensa Latina México, 11 ago (PL) El lunes 10 de agosto fue un día singular. En Guadalajara, México, se reunieron los tres "líderes" de Norteamérica y lo más destacado de la jornada fue la presencia del Mariachi Vargas. Al mismo tiempo, a miles de kilómetros, en Quito, Ecuador, los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), ratificaron su condena al golpe oligárquico-militar en Honduras y reiteraron que no reconocerán las elecciones del gobierno de facto. Además, decidieron convocar a Estados Unidos para tratar el tema de las bases militares del Pentágono en Colombia. La de Guadalajara fue otra "cumbre" de la simulación. No hubo nada nuevo. Pura retórica y humo mediático. Si acaso hubo muchas fotos y se cumplió con el ritual protocolario, pero, al menos públicamente, resultó más vacía de contenidos que un "reality show". Nada sobre una reforma migratoria. Nada sobre ajustes al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Nada sobre la cancelación de las visas canadienses a mexicanos. Falta saber, claro, qué se acordó en lo oscurito. Lo cierto es que la principal nota del día en México no fue la autodenominada Quinta Cumbre de Líderes de América del Norte, que reunió a Felipe Calderón, al primer ministro canadiense, Stephen Harper y al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sino la existencia de un brumoso proyecto de narcoatentado contra el mandatario anfitrión. El curioso incidente, que catapultó a Calderón a los titulares de la prensa internacional, resultó materia propicia para robustecer el tono de valentía y triunfalismo con que el inquilino de Los Pinos viene ejerciendo la violencia reguladora contra los cárteles de la economía criminal. Tanto fue así, que la oportuna detención de los presuntos sicarios del Cártel del Pacífico, consiguió el apoyo expreso, casi militante, de Obama y Harper. Es de hacer notar, también, la peculiar coincidencia entre la milagrosa detención y el final de la cumbre. Lo llamativo del caso fue la puntería con que el tema fue insertado en las declaraciones postreras de la reunión de Guadalajara, lo que hizo pensar en un final inducido. Aparte de eso, "The three amigos" se despidieron sin resultados espectaculares. Sólo que Obama y Harper volverán a reunirse el 16 de septiembre, ya sin el licenciado Calderón, para discutir sus diferencias sobre el TLCAN. Resulta que la cláusula "Buy American" incluida en el decreto de estímulo económico de Obama, con la finalidad de promover el consumo preferente de productos y servicios estadounidenses, ha causado irritación en compañías canadienses. Y es que han sido vetadas de licitaciones en el ramo de la construcción, ingeniería y alta tecnología, lo que provocó quiebras y pérdidas de empleo en provincias fronterizas. Esa evidente forma de proteccionismo no resultó aceptable para el gobierno de Ottawa. Muchos se preguntan ya ¿qué sentido tienen esas reuniones trilaterales, si en los temas de fondo del ámbito del TLCAN, Canadá y Estados Unidos hacen a un lado a México? Porque es obvio el ninguneo, que resalta el papel asimétrico de México en Norte América. Aparte de eso, Obama esgrimió la zanahoria de un acuerdo migratorio futuro con México, y Harper no se movió un milímetro de la draconiana decisión de su gobierno de imponer visas a los viajeros mexicanos. Otra cuestión fue el giro novedoso del ilusionista Obama, para lavarse las manos con respecto al cuartelazo de factura estadunidense en Honduras. Obama llamó "hipócritas" a los "críticos" que le piden que intervenga para quitar al sátrapa Micheletti y Cía., y dijo que ya no quiere que Estados Unidos siga siendo el policía del mundo. Una forma brillante, pero falaz e hipócrita de eludir responsabilidades, dado que Obama debe saber que la verdadera no intervención en el caso Honduras, consistiría en suspender de tajo la ayuda económica y militar al régimen de facto, para que este cayera. Toso eso lleva a pensar que la administración Obama hace tiempo que tomó la decisión de tolerar a los gorilas hondureños, pese al repudio internacional. A su vez, la inconsistencia del nuevo discurso imperial, queda exhibida en la contradicción aparente entre no querer ser el gendarme mundial y negociar la instalación de cinco nuevas bases militares del Comando Sur en Colombia. El asunto de las bases en Colombia, que llevó al presidente venezolano Hugo Chávez a advertir, en Quito, que soplan "vientos de guerra" en la región, será tratado el 24 de agosto por los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de la UNASUR. De aquí a entonces, Barack Obama tendrá tiempo para preparar su nuevo acto de magia. (*) El autor es un reconocido articulista de la prensa mexicana y colaborador de Prensa Latina |
Una sola mirada, diferentes visiones.
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