Basta de buscarme en tus recuerdos. No me maldigas, ni me traces con tu lápiz y colores, en el papel del olvido. Ya no es necesario...
Ahora, pertenezco a lo deshabitado, a lo indecible, a lo impropio. Soy un fragmento borroso de tus días intrascendentes. Puedes retornar al pasado, eres libre de mí. Cierra tus alas, córtalas con las tijeras mágicas incluidas en rayuela y continúa siendo la misma de ayer. No intentes construir más sueños en el aire, no suspires más. Mejor ocupa tus esfuerzos en limpiar el viejo estanque del amor. Práctica a saltos y vete acostumbrando a la vida de los anfibios peninsulares. Quizá pronto, con varias instrucciones, te adaptes al molde social de la naturaleza y te conviertas en una más de la familia.
Despreocúpate por mí. Yo seguiré buscando como Oliverio, a la mujer que vuela.
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