La conquista y el retorno
Tomaron las instalaciones de la compañía de Luz y Fuerza del Centro (LFC). Fueron miles de policías, de esos que llevan toletes y escudos, de esos que amenazan y que se juntan para que nadie pase. Sacaron a los trabajadores. Fue un día de futbol: la selección mexicana había conseguido el pase al Mundial del próximo año: júbilo y festejo. Cuando los trabajadores eran sacados como delincuentes de las instalaciones donde laboraban, pocos sabían qué ocurría. Quizá era una embestida directa contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), o una forma de impedir una posible huelga. Era algo más: en unos cuantos minutos, el “gobierno” (es un decir) panista decidió liquidar a una empresa estatal. Lo hizo rápido, sin avisar a los trabajadores ni plantear alternativas viables. Fue la conquista de las instalaciones de LFC. Los del PRI de antes, los que amenazaban, intimidaban y mataban, aplaudirían si vieran las acciones de Felipe Calderón. Se sentirían orgullos de él.
Los argumentos y los medios
Al día siguiente, la noticia no fue otra: el “gobierno” (es un decir) había tomado las instalaciones de LFC y decretaba su inexistencia. Los argumentos eran simples: empresa ineficaz e incompetente y obreros sindicalizados llenos de lujos, de prebendas y canonjías. La mayoría de los medios de comunicación, con sus presentadores de noticias y sus “analistas” políticos y sociales, comenzaron a decir que qué bueno, que ya hacía falta, que era una medida de Calderón ejemplar, valiente; que los mexicanos todos estaríamos mejor, muy felices.
Las críticas a los trabajadores del SME se recrudecieron en la mayoría de los medios de comunicación: además de holgazanes, tenían buenos sueldos, seguridad social, prestaciones y eran organizados. Los presentadores de noticias, que ganan muchísimo más que los empleados de LFC, señalaban acerbamente que era inadmisible que en un país como México hubiera obreros medianamente pagados, que se defendieran y tuvieran dignidad. Se preguntaban, con rictus de intelectuales analíticos, “¿cómo es posible que en México un sindicato defienda a sus agremiados?” Se merecían la liquidación.
Y la culpable de todo es…
Calderón y Gómez-Mont y Lozano y Carstens y Ruiz y Cordero y Kessel, todos arguyeron al unísono que LFC era una rémora para el país y, por ende, había que liquidarla. A los trabajadores les ofrecieron gloria y opulencia, además de desempleo, unos cuantos pesos, la remota posibilidad de ser re-contratados y la oportunidad de emprender micro-empresas, como poner puestitos de jugos o montar un catálogo de DVD piratas en algún tianguis; al cabo, en este país, estamos llenos de bondades. Y todo estas acciones las hizo el “gobierno” (es un decir) por los pobres, porque LFC se llevaba miles de millones de pesos, era ineficiente y lo peor, sus trabajadores andaban llenos de lujos. Ahora, el dinero que se iba a la compañía, se invertirá en programas para combatir la pobreza. Falta que se especifique a cuál pobreza: la existente antes de Calderón o la mucha que él ha creado. Minucias, pues.
De tal grado fue el paroxismo del “gobierno” (es un decir), que el “presidente” (es un decir) declaró que el “problema” de LFC “había llegado ahora a niveles insostenibles para la vida económica nacional y para las finanzas públicas”. Arguyó igualmente que gracias a esa empresa, se “habían dejado de generar más de 100 mil empleos en la Zona Centro del país. Y se había perdido capacidad de crecimiento de entre medio y un punto del Producto Interno Bruto”. ¡Vaya descubrimiento!: no toda la crisis vino de fuera, también llegó de LFC.
Mentiras, hipocresías y…, esperanza
Con la liquidación de LFC se atacó a un sindicato independiente, el SME, que ha hecho ingentes intentos por ser democrático, que tiene gran raigambre e identidad y que es comprometido con la defensa de los derechos de los trabajadores. Un sindicato que como muchos otros en México y en el extranjero, tiene vicios y prácticas que deben eliminarse. Esto, sin embargo, no debe ser motivo para su criminalización por parte de varios medios de comunicación y del “gobierno” (es un decir).
La embestida mediática contra el SME ha sido despiadada. Se les ha denigrado por pelear por los derechos de los trabajadores y por las “prebendas” que éstos gozan (la mayoría de ellas, simple y llanamente, conquistas obreras que representan un mínimo de justicia social). Se ha dejado en la calle a más de 40 mil empleados de LFC, y se ha hecho de la peor manera: a escondidas, sin avisar, en plena noche, con miles de policías dispuestos a reprimir.
Y todo se ha realizado para pagar facturas, para hacer negocios particulares. LFC tiene una red de fibra óptica que permite ofrecer el triple play: datos, imágenes y sonido, es decir, Internet, cable y teléfono. Ahí se encuentra el meollo del conflicto: el otorgar a particulares la red de fibra óptica es uno más de los beneficios que Calderón le dará a los de siempre, a los potentados de este país, a quienes se sienten dueños de México. Ojalá la marcha multitudinaria del jueves pasado no sea una movilización más, sino la semilla de un gran movimiento social que aglutine a las diversas izquierdas y que luche contra Felipe Calderón y los que se sienten dueños de la nación. Ojalá así sea, y ojalá que sea rápido: el país se está cayendo en pedacitos.
jorge_naredo@yahoo.com
Una sola mirada, diferentes visiones.
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