Hector Huerta
“Conservemos nuestras tradiciones para no perder nuestra identidad” Anónimo
Lo peor del Atlas no es que pierda ayer ante el Querétaro, mostrando todas sus incapacidades, porque también cayó en este torneo ante Monterrey, Morelia, Cruz Azul, América y Toluca. Ha sufrido seis derrotas en 13 partidos. Casi la mitad de sus juegos los pierde.
Lo peor del Atlas actual no es su entrenador Ricardo La Volpe, quien ha tomado al equipo como una bolsa de trabajo familiar, pues logró colocar a sus dos yernos con buenos sueldos en sus papeles de entrenadores asistentes (Flavio Davino y Rafael “Chiquis” García).
Lo peor del Atlas no es que, estando en el grupo más fácil del torneo, se va a quedar fuera de la Liguilla y le van a ganar la carrera San Luis o Chivas.
Lo peor del Atlas no es el presidente Carlos Martín del Campo, sinónimo de indiferencia, apatía, desconocimiento de futbol y falto de proyecto de largo plazo. Es posible que al final de su gestión consigue el anhelado título del peor presidente de la historia del Atlas, y mire que le ganaría la carrera a Ernesto Fregoso, que ya es mucho decir.
Lo peor del Atlas no es que lo quieran vender, prestar, alquilar o manosear y que caiga en manos de banqueros, tequileros, artistas o futbolistas.
Lo peor del Atlas no es que tenga problemas de descenso, porque ya en el pasado que sufrieron tres caídas a la categoría inferior.
Lo peor no es que el Atlas cada seis meses venda a sus mejores jugadores para seguir sobreviviendo a las incompetencias directivas.
No, no. Eso lo ha soportado el Atlas durante 92 años y todavía no logran matarlo.
No, lo peor de todo es el atropello, la infamia, la destrucción silenciosa que están haciendo con el uniforme tradicional. Y ahí, ni directivos, entrenadores, jugadores y tampoco la afición han hecho alguna manifestación pública de rechazo.
¿Dónde está aquel uniforme rojo y negro, con el orgulloso escudo al centro, con dos franjas gruesas verticales, una roja y una negra, o el uniforme dos, que era un blanco también muy bonito, que conservaba fracciones de rojo y de negro, además del escudo, para preservar la tradición?
El uniforme que hoy usa no es del Atlas. Las rayas horizontales, no dos, sino cuatro o las que quepan, se parecen más al Flamengo de Brasil que al Atlas.
Señores, más respeto al uniforme tradicional. Cuando menos de local impongan ese uniforme que ha sido su seña de identidad casi un siglo. No atropellen en aras de la modernidad de diseño o del marketing, algo sagrado como es el uniforme. Señores del Atlas, no se parezcan a Jorge Vergara, que borró del escudo y mancilló el escudo de armas de la ciudad de Guadalajara y del Estado de Jalisco. Respeten señores del Atlas. Díganle que no al hacedor de uniformes, a la marca que los patrocina. Cuando presenten bocetos digan: este no respeta la tradición del Atlas, por lo tanto, no se aprueba.
Algunas tumbas de rojinegros fieles lloran, no por el funcionamiento del equipo, sino por la humillación que sufre la historia.
En el Atlas de hoy hay muchos desmemoriados: les recuerdo que el Atlas nació en la ciudad de Guadalajara el 15 de agosto de 1916 por jóvenes tapatíos de la alta sociedad que fueron a estudiar a Europa y crearon un equipo, luego de ver que en Inglaterra, la tierra donde nació el soccer, ya había una gran efervescencia por este deporte.
Estos jóvenes se basaron en el titán de la mitología, Atlas, quien según el fundador rojinegro “Lico” Cortina, “sostenía él solito al mundo”. En ese tiempo, los rojinegros que fundaron esta pasión se sentían en verdad “el sostén del mundo”.
Los colores rojo y negro fueron tomados del Mártir de San Lorenzo, patrono del colegio de los ingleses. El negro era por el Mártir y el rojo era la sangre derramada por él.
Así se diseñaron la camiseta y el escudo. La famosa “A” fue incorporada al centro del uniforme por Carlos Sthal, pintor y gran dibujante de aquel principio del siglo XX.
Desde un principio se estableció que el uniforme sería una combinación de rojo y negro, con gruesas franjas verticales de un color y el otro, con las mangas alternadas, es decir, si el pecho era negro la manga era roja. Y en la espalda solían hacerse combinaciones semejantes, pero respetando la condición vertical de las franjas gruesas. Esa es la tradición. Es el origen.
No ofendan a la historia, señores del Atlas. Las derrotas a las que estamos acostumbrados los rojinegros pasan, incluso ante el Querétaro. Pero ganemos o perdamos con garbo y respetando las tradiciones. Es un atropello a la historia cambiar las gruesas franjas verticales (sólo dos) por un montón de franjas delgadas horizontales.
Que Chivas con Vergara rasgue las rayas rojiblancas, utilice colores verde limón, rosita, gris o hasta naranja, es problema de las Chivas. El Atlas tiene otros orgullos, muy propios.
El Atlas es el Atlas. Y el Flamengo es el Flamengo. Más respeto, por favor. Sólo eso.
Una sola mirada, diferentes visiones.
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