A veces me canso
me duelen los pies
las manos ya no son las mismas
el movimiento de los dedos
no es tan ágil
tan raudo y preciso:
y qué decir de los ojos
que ya no ven
ni lejos
ni cerca
ni logra enfocar las letras
pequeñas, mínimas
de los anuncios
de las señales de tránsito.
Ya han pasado los años;
antes, cuando niño,
la casa parecía un gigantesco castillo
la escuela un laberinto interminable
el futuro un largo viaje que nunca terminaría
y vaya que termina
hace unos días era “en cinco años no sé qué haré”
ayer se ve tan cerca
y tan lejos
cuando niño pensaba: “a los veinte años seré grande”
y hoy que supero y sobrepaso por mucho esos “veinte años”
no me considero grande
ni mucho menos maduro;
"¡señor!"
nada de eso
quiero ser el mismo niño
que cuando veía el cielo
decía: “no entiendo”
pero hoy
como ayer
como siempre
yo no entiendo nada
y no entiendo
tampoco
por qué ya soy
-dicen-, “adulto”.
Una sola mirada, diferentes visiones.
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