Entrañas

ENTRAÑAS

En cuatro paredes, suenan las armonías de Silvio Rodriguez, hay cuatro paredes, iluminadas por una débil luz exterior, pero no entra por ningún lado, al centro del enorme cubículo esta un corazón, esta abierto, y cubierto de cortezas de arboles resecos, se sostiene en las ramas secas y muertas de varias plantas antiguas y otras tantas mas nuevas.

Las hojas están esparcidas por el suelo, están marchitas las flores, están todas llenas de polvo; conforme se alejan del corazón y de las ramas que débilmente lo sostienen, se van tornando menos arrugadas y mas antinaturales, y comienzan a leerse en sus pálidos colores vestigios de escritos y de versos, recuerdos de amores, sollozos eternos.

La musica continua serpenteando entre aquel bosque, pero no alcanza a tocar el órgano que aun palpita como pidiendo auxilio, pidiendo agua, esperanza....como pidiendo nada.

Y el corazón tiene ramas, y tiene raíces, muertas raíces que continúan creciendo y que cegadas como gusanos se extienden hacia la nada, intentando extraer del séquito ambiente, la dulce melodía, y los dulces recuerdos alejados.

El corazón sigue palpitando, cada vez mas lento, cada vez mas torpe, las hojas que aun quedan prensadas a las ramas resecas de esos arboles se mecen por aquella melodía, y de vez en cuando destellos de luz alcanzan a rozar las raíces extendidas, regalando un instante de paz y de armonía.

Aquel corazón, ya nada espera, ya nada pide, se mantiene en un intento de su vida, se sostiene ensimismado en su muerte, se mantiene soñando con la luna; y entonces auqel resplandor se aclara, proviene de una luna extraña y palida, una luna melancolica emborrachada de amores nocturnos y de sueños profundos, de esperanzas perdidas, y alimentada de todas auqellas fantasias, aquella luna va iluminando al mundo. El corazón desangra por un lado, y esta sostenido entre las ramas recitando pequeños versos cada tanto, cada verso es un jeroglífico de sentimiento, porque los sentimientos se están ya apagando. El átomo de la esperanza aun vaga por algún sitio de la arboleda, y de repente emite un destello de luciérnaga, que es apagado por los resplandores de la luna.

Una araña teje su destino, rogándole al viento que la ayude, mientras envuelve al corazón en su nido, para intentar así lograr atrapar sus recuerdos.

Una sola mirada, diferentes visiones.