¿Y si gana Jorge Aristóteles Sandoval la presidencia municipal de Guadalajara?, ¿si Jorge Salinas Osornio, un alumno adelantado de Francisco Ramírez Acuña, pierde la contienda?, ¿si el PAN deja de gobernar la capital jalisciense y regresa el PRI?, ¿qué pasará? Poco, casi nada; o nada. Y es que arriba, el PRI y el PAN son similares, próximos: parecen hermanos. Hay algunas personas que están ilusionadas por el posible triunfo de Aristóteles Sandoval, lo ven como una esperanza, como un cambio significativo en la administración tapatía. Pero nada pasará, serán transformaciones de matices, modificaciones nimias, imperceptibles.
Ganar la presidencia municipal de Guadalajara (en elecciones intermedias) es fundamental para cualquier aspirante a la gubernatura del estado. Quizá por eso la lucha entre Aristóteles Sandoval y Jorge Salinas ha sido tan encarnizada. El PAN no quiere perder Guadalajara. Francisco Ramírez Acuña, jefe de Salinas Osornio y actual candidato a diputado federal, sabe que hacerse de la presidencia de Guadalajara es primordial para que, tres años después, su alumno pueda contender por la gubernatura y él tenga la posibilidad de buscar la Presidencia de la República desde una remota coordinación de diputados panistas en el Congreso de San Lázaro (un sueño guajiro de Ramírez Acuña que no se le quita de la cabeza).
Jorge Aristóteles Sandoval, por su parte, también quiere ser gobernador de Jalisco. Es uno de los candidatos “a la Peña Nieto” (al igual que el aspirante del PRI a la gubernatura de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz). Sí, un candidato “a la Peña Nieto”: joven, metrosexual y con copete. Un golden boy que buscará, en caso de ganar la presidencia municipal de Guadalajara, fortalecer en la entidad la imagen de Enrique Peña Nieto. El periodista Jenaro Villamil, en su reciente libro Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto, menciona de estos golden boys que cada día se multiplican más: “A los golden boys mandatarios los une su juventud, sus gobiernos pro empresariales, sus inclinaciones por el dispendio en gastos mediáticos”. Por supuesto que Aristóteles Sandoval es un golden boy. Peña Nieto, la semana pasada, vino a Guadalajara a acompañarlo, y con él trajo su sensual copete y a su novia-espectáculo Angélica Rivera, alias La Gaviota. Todo un show para en 2012 ganar la Presidencia.
Así pues, Jorge Salinas y Aristóteles Sandoval son lo mismo: nada cambiará de fondo. Si gana Aristóteles Sandoval continuará la corrupción y el alejamiento entre gobierno y pueblo. Los dispendios no se detendrán y desde puestos públicos se desviarán recursos para armar campañas políticas y proseguir escalando en la administración pública. Si gana Jorge Salinas Osornio será lo mismo: se beneficiará a los mismos venales empresarios, se despreciarán las demandas de los marginados de esta ciudad y se construirá una base de apoyos para las aspiraciones presidenciales de Francisco Ramírez Acuña. Lo mismo, lo mismo y lo mismo. Nada cambiará. Aunque Aristóteles Sandoval mencione que ellos, los del PRI, son “un cambio con responsabilidad y con rumbo. Un cambio acorde a nuestra cultura y tradiciones, pero con sentido moderno, tolerante y de sensibilidad social”.
¿Acaso con Jorge Salinas o Aristóteles Sandoval se solucionarán problemas de fondo de esta ciudad?, ¿cambiará la dinámica de la política fantoche?, ¿se pondrán a discusión entre los ciudadanos los grandes temas que afectan a la población?, ¿se detendrá el dispendio en el gasto público?, ¿los altos sueldos de los funcionarios bajarán?, ¿se invertirán más recursos públicos en educación y salud y menos en viajes y comilonas para los altos mandos de la administración municipal?, ¿se tendrá un acercamiento constante con la población?, ¿se dejará esa visión clasista y discriminadora que han mostrado ambos candidatos en sus trayectorias políticas? Por supuesto que no. Nada cambiará. Todo seguirá igual.
Sí, el cambio para la ciudad de Guadalajara (y para el estado y el país) no vendrá de arriba. Quizá hoy, al finalizar el día, el PRI gane la alcaldía de Guadalajara y muchos festejen y se piense en esperanzas y en modificaciones de fondo. Pero todo será lo mismo. La transformación provendrá de abajo, de la gente, de los silenciosos, de los que soportan humillaciones de patrones y de autoridades, de los nadies. Sí, de abajo es de donde vendrán las grandes metamorfosis. Ello no indica que las izquierdas sensibles y comprometidas (cada vez hay menos) no deban pelear curules y puestos de representación popular. Eso sirve. Pero si abajo no hay un despertar, las cosas continuarán igual, y vendrán más personajes como Jorge Salinas o Aristóteles Sandoval, y lo peor, un día, un sujeto tan maquiavélico como Peña Nieto podría “gobernar” el país. Y eso sería catastrófico: una pesadilla.
jorge_naredo@yahoo.com
Una sola mirada, diferentes visiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario