El país se cae en pedacitos, se viene abajo y se desmorona; mientras, Calderón solamente piensa en lucha contra el narco y más lucha contra el narco. La situación económica se vive mal, no solamente abajo, sino también arriba: hay cientos de empresas que han cerrado, dinero que vale cada día menos (es decir, inflación que crece, crece y crece), trabajadores despedidos, hambre, pobreza y pobreza extrema, lágrimas de cientos de mexicanos que cruzan fronteras para buscar en Estados Unidos las oportunidades que acá, en su país, no encuentran. Hay crisis. Y Calderón solamente piensa en más sangre a derramar, en más sacrificios para un “México sin delincuencia”.
El déficit público es un hecho: el presupuesto ha sufrido ya dos recortes porque no hay dinero, porque la captación de impuestos ha disminuido (a pesar de la “gran reforma fiscal” aprobada por panistas y priístas), al igual que las ganancias provenientes de la exportación de crudo. Hasta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha manifestado que el desempleo seguirá creciendo. Sí, cientos de miles de personas más perderán sus fuentes de trabajo en el sexenio de quien dijo sería “el presidente del empleo”. Las palabras de Miguel Messmacher, titular de la Unidad de Planeación Económica de la SHCP, son claras: “el empleo tarda más tiempo para recuperarse. Todavía estaremos observando caídas en el empleo durante un cierto periodo, después de que la economía empiece a repuntar”. El país se dirige a una catástrofe económica. Mientras esto acontece, Calderón sigue en su lucha solitaria: la “guerra” contra el narco. Dijo el jueves pasado: “hoy México encara nuevos enemigos, criminales que desafían al Estado, desafían a sus instituciones y que asedian y lastiman a la sociedad; que amenazan a la nación”.
El gobierno de Felipe Calderón (si se le puede llamar “gobierno” a eso que ha hecho) se ha caracterizado por el repunte en los índices de pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), en un informe presentado hace poco más de una semana, indicó que desde 2006 la pobreza ha aumentado de 46.1 por ciento a 50.6 por ciento. Estas son cifras oficiales. Hay otras más alarmantes: según el investigador de El Colegio de México y colaborador de La Jornada, Julio Boltvinik, la pobreza la vive el 75 por ciento de la población mexicana. ¿Y qué hace Felipe Calderón?, ¿acaso inicia una guerra contra la marginación, contra las injusticias económicas, contra las aberrantes desigualdades sociales de este país? No, él está empecinado en ganar la conflagración contra el narcotráfico.
Miles de millones de pesos, que deberían ser invertidos en programas sociales y en paliar la pobreza en México, han sido canalizados a la “guerra contra el narcotráfico”. Una guerra que, debe decirse, desde antes de iniciada está perdida, pues no se han combatido las causas profundas del tráfico de drogas (pobreza extrema, falta de oportunidades, desempleo, un mercado inmenso de droga en Estados Unidos, corrupción, contubernio entre funcionarios de alto nivel y grandes capos de la droga, etcétera).
Calderón está obcecado en ganar su cruzada contra el narco. El jueves pasado mencionó: “De lo que se trata, señoras y señores, es de poner un alto al crimen organizado en su totalidad; es decir, un enemigo que mata, que secuestra y que tortura gente inocente; un enemigo que extorsiona amenazando la vida y la integridad de hombres y mujeres honestos; un enemigo que cancela posibilidades de desarrollo de comunidades enteras y que, en su ambición sin escrúpulos, corrompe, amenaza e, incluso, pretende suplantar a la autoridad”. Valdría la pena preguntarse: ¿cuándo se castigará a quienes, desde el gobierno, han provocado la pobreza de cientos de miles de mexicanos?, ¿cuándo estarán en las cárceles quienes han causado catástrofes económicas que han dejado en la miseria a millones de mexicanos?, ¿cuándo se condenará a los funcionarios públicos que han optado por la dilapidación de los recursos públicos (grandes comilonas, viajes por doquier, autos lujoso y un largo etcétera) en lugar de idear programas efectivos para disminuir la pobreza, procurar empleos con sueldos dignos y potenciar el mercado interno?, ¿cuándo? ¿Acaso esos personajes no son “enemigos”?, ¿acaso ellos no son personas que han cancelado “posibilidades de desarrollo de comunidades enteras y que, en su ambición sin escrúpulos, corrompen”?, ¿acaso no debería ser castigado Felipe Calderón por el caos en que ha convertido a la nación?
Mientras el país se cae en pedacitos, se viene abajo y se desmorona, Calderón despliega a cientos de efectivos castrenses en varias entidades del país: ¿cuándo entenderá que hoy, la prioridad en México, no es acabar con el narcotráfico sino disminuir la pobreza?, ¿cuándo los tecnócratas (del PAN, PRI y PRD) sabrán que lo que precisa el país es desarrollo con justicia?, ¿cuándo comprenderán que México, con las desigualdades que tiene hoy, simple y llanamente no es una nación viable? Parece que nunca.
jorge_naredo@yahoo.com
Una sola mirada, diferentes visiones.
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