Comencé la huida, esperaba en el teléfono la hora total de tu partida, antes preparaba mi llegada, creía en mí y sabía que podríamos enmendar los errores. En el camino solo pensaba en ti, se acercaba la hora y como el día de ayer, cuando transcurría la misma hora, estaba ilusionado con mirarte una vez más, tan solo unos segundos y pensar que nuestro amor nunca se fue.
Todo, ese todo y un mar de ilusiones venían a mí, tus recuerdos, esa larga ausencia por fin terminaba, nos citamos, corrían los minutos, el segundero de mi reloj no paraba de marcar, se acercaba la hora anhelada. La sangre corría rápidamente en mis venas, palpitaba mi corazón, y miraba hacia todos lados, alrededor del punto exacto de la cita, te buscaba.
Por fin te encontré, escuche tu voz pronunciar mi nombre, en ese momento mire hacia atrás, fue una búsqueda incesante, no te vi, tu me viste y me buscaste, pero nunca pudiste encontrar lo que yo tenía para ti.
Cesar Huerta
Una sola mirada, diferentes visiones.
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