Don Florentino Rodarte es de los pocos que en esta marcha lleva sombrero. Está sorprendido, sus ojos brillan. Camina dando pasos lentos pero seguros, esforzándose para que el ritmo de sus pies cansados, sea acorde al paso de los jóvenes. Hijo de un ex bracero, desde hace años sigue luchando por los centavos que su padre ahorró en el país del norte, después de tantos años de duro trabajo y esfuerzo. El próximo domingo cumplirá 70 años y aunque hace unos días estaba en el hospital, ahora camina junto a miles de indignados que en el marco del #15O han decidido tomar la calle y luchar por un mundo mejor, justo e igualitario.
La convocatoria lanzada a través de las redes sociales convocó en Guadalajara a cerca de 500 personas que de manera creativa manifestaron su inconformidad contra el orden establecido y el sistema capitalista actual. Desde las 4 de la tarde, decenas en su mayoría jóvenes se dieron cita en el parque revolución para conversar y conocerse, hacer del día, un momento de libre expresión de las ideas.
En la asamblea se formó un círculo y se dio voz a quienes quisieran compartir opini y aportes. Se habló de los bancos, los grandes almacenes, el sistema actual. También de luchas locales como los Wixarikas, y de los habitantes de Temacapulín en contra de la presa El Zapotillo. María de Jesús que defiende a su pueblo de la inundación lo sabe: "esta es una lucha entre jodidos y jodedores". Al final, la asamblea decidió tomar la calle y solidarizarse con el plantón que hasta ayer mantenían los ex braceros en la casa oficial donde habita el gobernador Emilio González.
Bajo el atardecer hombres y mujeres emprenden el camino hacia la casa donde en teoría habita el gobernador. Las consignas de siempre que no vencen: “El pueblo unido, jamás será vencido”. “Si no hay solución, habrá revolución”.
Al pasar por Chapultepec, decenas observan a los que protestan. Una señora señala: “pónganse a trabajar, huevones”. Se da cuenta que la observo y apenada voltea hacia otro lado. A unos metros unas chicas muy a la moda que bien podrían confundirse con los asistentes al corredor cultural, aplauden y lanzan consignas “no nos mires, únete”.
“El futuro es hoy” grita una señora, mientras me detengo ante Pinki, un pequeñito pastor alemán que junto a una niña camina en la marcha. Cuando quiero acariciarlo, ella me advierte que muerde. El sonido del timbre de las bicis, suena acorde a las consignas. Por un momento, una pareja se olvida de la marcha y se detiene a mirar bicis detrás del aparador, el sistema hace su aparición: “12 meses sin intereses pagando con tarjeta de crédito”.
Entre Justo Sierra y López Mateos, los meseros de un bar salen a observar el paso del contingente. Uno de ellos me pregunta de qué es la protesta, le contesto y sigue sin saber pero promete averiguar. Está del lado de los jóvenes, expresa “que no se callen es bueno”.
Oscurece. El cielo azul se borra y si no fuera por los gritos, los que vamos caminando, no nos reconoceríamos. Estamos a unos pasos de Casa Jalisco y entonces, las consignas emergen “No están solos”. “Brasero, escucha, el pueblo está en tu lucha”. Don Florentino me dice “como dijo el amigo, ya nomas una pared nos divide”. Atentos, los jóvenes se quedan escuchar a los viejos y dos generaciones se unen bajo la consigna de hacer del mundo, algo distinto, mejor.
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