Al compás de una milonga, originalmente cargada por Zorro Tapatio.
El tango, hijo tristón de la alegre milonga, ha nacido en los corrales suburbanos y en los patios de conventillo. En las dos orillas del Plata, es música de mala fama. La bailan, sobre piso de tierra, obreros y malevos, hombres de martillo o cuchillo, macho con macho si la mujer no es capaz de seguir el paso muy entrador y quebrado o si le resulta cosa de putas el abrazo tan cuerpo a cuerpo: la pareja se desliza, se hamaca, se despereza y se florea en cortes y filigranas.
El tango viene de las tonadas gauchas de tierra adentro y viene de lamar, de los cantares marineros. Viene de los esclavos del África y de los gitanos de Andalucía. De España trajo la guitarra, de Alemania el bandoneón y de Italia la mandolina.
El cochero del tranvía de caballos le dio su corneta de guampa y el obrero inmigrante su armónica, compañera de soledades. Con paso demorón, el tango atravesó cuarteles y bodegones, picaderos de circos ambulantes y patios de prostíbulos de arrabal. Ahora los organitos lo pasean por las calles de las orillas de Buenos Aires y de Montevideo, rumbo al centro, y los barcos se lo llevan a loquear a París.
Eduardo Galeano
1 comentario:
Esa conexión, el contacto, ese roce entre dos voluntades orquestadas y melodiosas...esa fracción de segundo donde más de un par de ojos lograron capturar esta pequeña eternidad... llega hasta aquí y me hace querer encarnar esa milonga, en mi piel.
Muy linda foto.
Saludos:)
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